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La mejora del crecimiento en Europa espoleará al euro a finales de año

El recién nacido no ha crecido todo lo que se esperaba, pero los analistas aseguran que en el segundo semestre del año dará un empujón hacia arriba. El euro cumple hoy seis meses y, si se exceptúa el primer día de su cotización, su corta vida puede ser resumida en una constante caída frente al dólar. Esta bajada no debe, sin embargo, ocultar otros éxitos -el volumen de las emisiones en la moneda única europea o el buen funcionamiento técnico del Banco Central Europeo (BCE)- y, además, es transitoria.

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La luna de miel del euro con los mercados duró un día. La moneda oficial de España y de otros 10 países desde el 1 de enero se estrenó en los mercados, cotizando al alza el 4 de enero, pero después, en contra de todos los pronósticos, empezó el declive frente al dólar y la libra esterlina. En sus seis primeros meses de vida la nueva divisa ha perdido un 12% con relación al dólar. Empezó cotizando a 1,17 dólares por euro; bajó a principios de junio hasta 1,026, pero, en contra de los vaticinios más pesimistas, no alcanzó la paridad con la moneda estadounidense. Se recuperó muy ligeramente hasta 1,0333, su cierre de ayer.

El declive obedece a una razón fundamental. "En contra de las previsiones, la economía de EEUU mantuvo sus ritmo sostenido de crecimiento mientras la de Europa continental se estancó", afirma Fernando Gutiérrez, director de estudios de Argentaria.

"La zona euro atrajo pocos flujos de capital y el comportamiento de sus bolsas fue peor" que las norteamericanas, añade Gutiérrez. Francfort subió en el primer semestre un 9%; Madrid, un 4%, y Milán, un 1,5%. La debilidad del euro incitó a los bancos centrales que más reservas de divisas poseen, los de Asia, a no retirar dólares de sus cajas fuertes para sustituirlos por euros.

La depreciación de la nueva moneda no ha suscitado preocupación en las capitales del área del euro ni ha provocado intervenciones en profundidad del BCE para sostenerla. "Habría que ser masoquista para querer un euro fuerte" en una conyuntura tan débil, señala César Molinas, responsable de renta fija para Europa en Merrill Lynch. La devaluación es un estímulo para la exportación, sobre todo en Alemania e Italia, los países con el crecimiento más flojo a causa de la caída de sus ventas en Asia.

El ciclo expansionista en EEUU y el estancamiento europeo no son la única causa de lo sucedido: las interferencias de los políticos también han influido negativamente. No en balde, los mercados acogieron con alivio la dimisión, en marzo, del ministro de Finanzas alemán, Oskar Lafontaine, que pretendía que el BCE recortase los tipos de interés.

Reaccionaron, en cambio, en sentido contrario cuando, el 21 de junio, el futuro presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, advirtió sobre el riesgo que corría Italia de salirse de la zona del euro cuyos ministros de Finanzas acababan de autorizar al Gobierno de Massimo d"Alema a sobrepasar el techo del 2% de déficit presupuestario.

Pero ni siquiera los responsables monetarios evitan caer en la cacofonía y las contradicciones. Hasta el propio Wim Duisenberg, el presidente del BCE, llegó a decir en abril que no le preocupaba la debilidad del euro, pero a los pocos días aseguraba que le inquietaría si siguiera bajando.

"La política económica de la zona euro es buena, pero se explica muy mal", recalca un informe de la Caisse de Dépôts et Consignations de París. "Mientras los 11ministros de Finanzas y los 17miembros del Consejo del BCE puedan expresarse libremente, sin coordinación, para defender ideas incompatbles, los inversores no europeos darán la espalda al euro".

No lo harán si se reevalúa a medida que el pulso de las economías europeas se anime en el segundo semestre; lo prevén todos los analistas, y Eurostat estima que la zona euro cerrará el año con un crecimiento del 1,8% o 1,9% y que el 2000 será aún mejor.

Si la Reserva Federal no sube fuertemente los tipos de interés, "calculamos que el euro oscilará en torno a 1,02 dólares en julio, pero después iniciará una subida que le colocará en 1,1", señala Javier de Muguiro, director ejecutivo de banca privada en J.P.Morgan en Londres. Su pronóstico coincide a grandes rasgos con el de 200 economistas consultados por la revista británica Consensus Forecasts. Prevén que en agosto el euro cotizará a 1,087 y, dentro de 11 meses, a 1,143.

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