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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Buteflika mueve

El presidente argelino ha dado un paso adelante al anunciar medidas de gracia para los militantes islamistas no implicados en delitos de sangre o violaciones. La decisión, plasmada en una ley denominada de concordia civil, cuyo borrador ha aprobado el Gobierno, será sometida a referéndum tras su visto bueno parlamentario. El perdón -que puede afectar a algunos miles de encarcelados y comenzará a ser efectivo el 5 de julio, aniversario de la independencia- es la recompensa a la reciente decisión del Ejército Islámico de Salvación, brazo armado del moderado FIS, que ha transformado la tregua de 1997 en renuncia definitiva a la violencia. La aproximación entre el poder y los islamistas moderados ha sido recibida por el Grupo Armado Islámico (GIA), la más sanguinaria de las organizaciones fundamentalistas, con la promesa de multiplicar sus atentados dentro y fuera del país norteafricano. El GIA, autor de las mayores matanzas de civiles del conflicto argelino, rechaza "toda tregua, todo diálogo y toda reconciliación". Este domingo amenazaba con llevar el terror a Bélgica si Bruselas no libera en 20 días a sus militantes encarcelados y permite la vuelta de los deportados.

Está por verse si la decisión de Buteflika -el hombre de los militares, llegado al poder tras ganar en abril unas controvertidas elecciones de las que se retiraron todos sus rivales entre acusaciones de fraude- servirá para rebajar la sangría argelina. Pero se trata en cualquier caso de una medida imprescindible para poner coto a una guerra no declarada de ocho años y cuyas víctimas el presidente acaba de cifrar en 100.000, tres veces más de lo que Argel reconocía hasta ayer mismo. Al antiguo ministro de Exteriores de Ben Bella y Bumedian hay que reconocerle otro gesto en su intento de recomponer una sociedad en caída libre: el de considerar que fue "un acto de violencia" la cancelación por los militares de los comicios de 1992, ganados por el ahora dialogante Frente Islámico de Salvación. En aquella decisión se sitúa el origen de la actual pesadilla argelina.

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