La Comunidad abrirá una sala para que los heroinómanos se inyecten bajo control
La Comunidad estudia abrir otra dependencia para heroinómanos en Las Barranquillas
Los heroinómanos que frecuentan el poblado marginal de La Rosilla, en Vallecas Villa, dispondrán antes de fin de año de una sala donde inyectarse esta droga en condiciones de mayor higiene y bajo vigilancia sanitaria. La estancia dispondrá de agua y jabón, alcohol y jeringuillas desechables. En ella, tres o cuatro enfermeros contratados por la Agencia Antidroga de la Comunidad enseñarán a los drogodependientes reacios a cualquier tratamiento a pincharse con menores riesgos de sufrir infecciones, hemorragias o trombosis. Se trata de una experiencia innovadora en España, pero que ya funciona en Amsterdam (Holanda), Austria y Suiza. El director de la Agencia Antidroga, José Cabrera, quiere habilitar esta sala de venopunción en un nuevo prefabricado junto al centro de atención para toxicómanos de La Rosilla. El recinto debe ser fácil de desmontar, ya que está previsto que La Rosilla quede desmantelada para la primavera del 2000. Cabrera afirma que estas salas serán el último eslabón de la cadena de atención a drogodependientes. Sus destinatarios son aquellos que quieren seguir pinchándose y que suelen hacerlo en alcantarillas o tiendas de campaña.
Abandonar la adicción
Tres enfermeros enseñarán en la futura sala de La Rosilla a inyectarse heroína sin dañarse
Las salas de venopunción forman parte de los programas de reducción del daño para toxicómanos, unas iniciativas que pretenden mejorar las condiciones físicas, psíquicas y sociales de drogodependientes con muchas dificultades y reticencias para abandonar la adicción. En ellos se incluyen los programas de metadona en los que se sustituye el consumo de una sustancia adulterada y cara como la heroína por un opiáceo de laboratorio dispensado gratis y bajo control médico. Hay 6.000 heroinómanos madrileños que reciben esta sustancia.
También son experiencias de reducción de daño los centros de atención de emergencia a toxicómanos que ya funcionan en La Rosilla y en la calle de Fúcar (Centro). En ellos los drogodependientes en activo pueden ducharse, coger ropa nueva, cambiar jerinquillas y recibir atención social, jurídica y sanitaria.
Estos programas de reducción de daño no persiguen la desintoxicación como un objetivo a corto plazo, y eso los diferencia de los denominados programas libres de drogas. Pero en ellos se intenta acercar a la red asistencial a drogodependientes muy desarraigados para poder actuar con rapidez si en algún momento se plantean dejar de consumir.
La Comunidad anunció en marzo su plan de abrir estas salas de venopunción, pero Cabrera matizó que el proyecto no vería la luz hasta que los programas de metadona "tocasen techo". A finales de año las instituciones prevén llegar a las 7.000 plazas de metadona en la región.
La Unión Española de Asociaciones de Atención al Drogodependiente (UNAD), con 300 entidades, 37 de Madrid, es favorable a la apertura de estas salas. Pero con matizaciones. Juan Ramón Martín Flores, vocal de la UNAD por Madrid, explica que le parece bien "porque es una forma de mejorar las condiciones de vida de aquellos chicos que andan inyectándose en lugares insalubres".
"Pero estamos de acuerdo siempre que no se olviden otros compromisos prioritarios, como aumentar las plazas de metadona y mejorar el seguimiento psicosocial de los toxicómanos que ya la toman", añade el vocal de la UNAD.
"Es importante que se refuercen también los programas de inserción laboral y de pisos tutelados para los drogodependientes regulados con metadona", concluye Martín.
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