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13 judíos esperan en el corredor de la muerte

Trece iraníes, de religión judía, esperan desde hace cinco meses la pena de muerte, que con casi total seguridad les impondrá un tribunal revolucionario de Shiraz, en el sur de Irán, donde serán juzgados por el delito de espiar en favor de Israel y Estados Unidos. La detención de este grupo de judíos, entre los que se encuentra un joven de 16 años, un especialista en circuncisiones y un carnicero técnico en matanzas según el rito judío (kosher) ha generado una oleada de protestas internacionales y manifestaciones en diversas ciudades europeas.

"No son espías. Es impensable que los servicios de información de cualquier país pudieran contratar los servicios de unos ciudadanos tan marcados y con estas características", se asegura en círculos de la oposición iraní, en Jerusalén, donde vive una parte de la comunidad judía que huyó de Irán, tras el triunfo de la revolución islámica.

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Muchos de estos exilados, nostálgicos del fallecido sha Reza Pahlevi, recuerdan con añoranza, épocas anteriores al régimen de los ayatolás, en las que Israel e Irán mantenían excelentes relaciones políticas y Teherán abrigaba una oficina de intereses comerciales y diplomática, en la que se encontraba incluido un observador militar.

"Los judíos de Irán nunca han estado en favor del Estado de Israel, nunca han sido sionistas", se continúa afirmando con contundencia en estos mismos medios, desde donde se promueve una campaña en favor de los 13 detenidos.

La detención de este grupo de judíos ha provocado una cierta incomodidad política al presidente liberal y reformista Mohamed Jatamí, quien trata desde hace tres años de reconciliarse con Occidente y especialmente con Estados Unidos. Por si este problema no fuera suficiente el martes próximo, comparecerá ante el Tribunal Supremo de Teherán, el súbdito alemán Helmut Hofer, de 57 años, condenado a muerte por haber mantenido relaciones sexuales con una mujer iraní. La vista, promovida por el fiscal, trata de anular su puesta en libertad, decretada el pasado mes de abril, tras un pacto político entre el actual Gobierno liberal iraní y el Ejecutivo de Berlín.

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