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CAMINO HACIA LA PAZ

La ONU y la UE pugnan con la guerrilla independentista para administrar Kosovo

Miles de expertos europeos se harán cargo durante años de la administración de la región

La Kfor, la fuerza de la OTAN para Kosovo, se desplegó con toda la rapidez que pudo para evitar, entre otras cosas, que la guerrilla del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) se le adelantase y ajustase las cuentas que tenía pendientes con serbios y colaboracionistas. La administración civil de Naciones Unidas intenta ahora instalarse con la misma celeridad en la región para impedir que los independentistas kosovares erijan instituciones ajenas a los principios democráticos y de reconciliación recogidos en el acuerdo suscrito el pasado febrero en Rambouillet por el ELK.

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El ELK aspira a copar todos los puestos vacantes, pero no es ése el único peligro. "Es necesario contener la expansión de la mafia albanesa, deseosa de poner sus garras en Kosovo y sacar tajada del dinero de la reconstrucción", afirma Karl Hallegard, que en la Comisión Europea se encarga de la ayuda humanitaria a la región. Javier Solana, el secretario general de la OTAN, subraya con satisfacción que la reconstrucción de Kosovo resultará más barata que la de Bosnia porque, gracias a la precisión de los bombardeos aliados, la destrucción de insfrastructuras -no la de viviendas de albanokosovares arrasadas por los serbios- no son generalizadas.

Desde un punto de vista institucional y político, está todo por hacer. Hay que poner en pie desde la policía hasta los tribunales que impartan justicia, pasando por los ayuntamientos, con sus servicios de recogida de basuras y, probablemente, una nueva moneda desvinculada de un dinar yugoslavo minado por la inflación.

En total serán miles de extranjeros, en su mayoría europeos -sólo los policías previstos ascienden a 3.000- , los que, hasta que los kosovares les suplan, llevarán las riendas del protectorado de Kosovo. Se trata de la reconstrucción "más complicada y arriesgada" de la posguerra, asegura Carl Bildt, emisario de la ONU para los Balcanes.

Sobre el papel, todo está diseñado. En la práctica, queda casi todo por hacer. Junto al pilar militar, que encabeza el general británico Michael Jackson, habrá un pilar civil (UNMIK). El secretario general de ONU, Kofi Annan, designó para dirigirlo al brasileño Sergio Vieira de Mello.

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Su nombramiento tiene carácter interino. En cuestión de días Annan deberá sustituirlo por un europeo. La UE pagará el grueso de la reconstrucción y exige que la máxima autoridad civil sea comunitaria. Ha sometido a Annan una terna compuesta por el ex líder liberal británico Paddy Ashdown, que posee una larga experiencia militar; el ministro francés de Sanidad, Bernard Kouchner, fundador de varias ONG humanitarias, y la comisaria europea Emma Bonino, quien el viernes retiró su candidatura.

El representante de Annan tendrá bajo sus órdenes a cuatro adjuntos. Uno de ellos, también comunitario, se encargará de la reconstrucción. Es un cargo codiciado porque dispondrá de información privilegiada sobre proyectos "y podrá, acaso, sensibilizar con discreción a las empresas de su país para que sean diligentes en la presentación de ofertas", señala un diplomático.

España posee un candidato para este puesto tan anhelado. Es Fernando Valenzuela, un diplomático ahora destinado en la ONU, pero que, cuando gobernaba el PSOE, desempeñó altos cargos en la cooperación al desarrollo.

Por debajo del coordinador de la reconstrucción estará el director de la Agencia de Reconstrucción Europea, que será un alto funcionario comunitario, para cuya designación ya ha empezado la lucha de influencias.

La agencia, que deberá ser operativa en otoño, gestionará únicamente la aportación comunitaria a la reconstrucción y no las de otros donantes. Su creación obedece a un intento de la Comisión Europea de no repetir errores cometidos en Bosnia. Llevados por la burocracia de Bruselas, los proyectos se pusieron en marcha demasiado despacio y no siempre se ajustaron a las necesidades. La administración civil de Kosovo, que la ONU va de hecho a delegar en la UE, durará, según Solana, "probablemente más de tres años".

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