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Gabriel Aresti

JOSÉ MANUEL ALONSO "Mi sitio está al lado del pueblo", decía Gabriel Aresti (1933-1975). Ahora el pueblo está al lado del poeta que fue aprehendiendo el euskera al mismo tiempo que labrándolo: al son de la fantasía, de la verdad y del juego potencial de los versos. Tres mil páginas de textos nos dejó Aresti y el pueblo le devuelve toda su creación y esfuerzo con una muestra organizada en Bilbao (Biblioteca de Bidebarrieta), abierta hasta el 29 de octubre, y que luego irá a San Sebastián y a otros lugares. Los que le compartimos entonces, cuando "aguantabas a duras penas la vida entregada en el correr de la sangre a borbotones", los que tertuliaban con él desde los sesenta, todos, supieron de tus virtudes; sobre todo de aquella voluntad de creer, entusiasmar, denunciar, amar, y nunca desesperar: "No me he quejado en mi vida, nunca he emitido un ¡ay! Tengo que hacerme hermano del hombre que sufre". Gabriel, este tu pueblo te ha echado de menos, a ti y a quienes contigo entonces se carteaban por el euskera. De haber seguido entre nosotros, hubiéramos aprehendido esta lengua desde la creación y la fantasía, sin esfuerzo, sin imposición, sembrándola desde el jugo y el juego interior. No hubiéramos olvidado aquel ejemplo de creación (exorcizada) en cada gesto, en cada palabra naturalmente surgida. Ni aquellos tus últimos tiempos entre nosotros, en los que, a medida que se te escapaba la vida, más vida tenía tu descubrimiento poético. Te perdimos nosotros, pero, sobre todo, te perdió la viva palabra del euskera. Ahora, en cada homenaje que te hacen uno cree recuperar tu respirar en verso. Fuiste, de todos, maestro, y también amigo, descubridor de la protesta, cantor del color urbano, gozoso traductor de otros autores tiernos, espeleólogo de la verdad, acompañante de todos, sin excepción. Además, siempre entregaste el además, sobre todo en defensa del que sufre o del que ignora. ¡Nunca ademenos! Y para los demás, para los que no te compartieron, buena es la frase de los que te homenajean: "Nadie que se acerque a los textos de Aresti se arrepentirá".

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