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EL CAMINO HACIA LA PAZ El regreso

El primer ministro esloveno se opone a la independencia de Kosovo

El primer ministro de Eslovenia, Janez Drnovsek, de 49 años, encabezó la independencia de su país, que se culminó en junio de 1991. Desde entonces, este economista, presidente del Partido Liberal Demócrata, ha llevado las riendas del Gobierno esloveno. Drnovsek fue testigo de la arenga que regaló el 28 de junio de 1989 el entonces presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, a los serbios de Kosovo. Ahora, diez años después y en España, a donde ha venido a presentar su libro El laberinto de los Balcanes (Ediciones B), Drnovsek se manifiesta igual que entonces: "La solución no es una independencia de Kosovo". ¿Por qué? "Porque corremos el peligro de que los albaneses de Kosovo se unan a los de Albania y formen una Gran Albania a la que se quieran adherir los albaneses de Macedonia". Drnovsek toma aire, baja la cabeza, reduce el tono de voz hasta los límites de lo audible. Y, en un correcto castellano, prosigue: "Esto representaría la única posibilidad de que los Balcanes vuelvan a sufrir una tragedia como la que hemos vivido en Bosnia-Herzegovina y en Kosovo. La solución para nuestra región es la democracia". Para que la estabilidad se prolongue en los Balcanes, el primer ministro esloveno no tiene dudas de que gran parte de la responsabilidad recae en la comunidad internacional: "La fuerza internacional de paz [Kfor] debe permanecer en Kosovo, al menos, cinco años. La administración debe ser fuerte; luego, ya veremos".

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Mientras tanto, Drnovsek muestra su preocupación por el futuro de Montenegro. Se agarra las manos y gesticula como si quisiera dibujar un nuevo horizonte. Un horizonte en el que no quepa "Milosevic ni su política". El canciller esloveno lo explica: "Todo depende de lo que haga Belgrado: si persiste con su política de nacionalismo agresivo, de sustituir el diálogo por la fuerza, Montengro se independizará. Para esta República, como lo fue para nosotros, el problema no es sólo de personas, sino de políticas". Lo dice con aplomo, con la seguridad de confesar algo de lo que habló hace dos días en Eslovenia con los presidentes montenegrino y estadounidense, Milo Djukanovic y Bill Clinton. Pero, ¿cuánto le quedan a estas políticas? "Cada vez hay más oposición, Milosevic está más débil, no le apoya la Iglesia ortodoxa... yo calculo que en dos meses puede haber caído el régimen". Drnovsek cultiva sus relaciones con Clinton y el resto de los dirigentes europeos. Sobre todo desde que dio la espalda a Yugoslavia y miró al norte, "a las democracias, a la Unión Europea y a la OTAN". El primer ministro alberga esperanzas de que su país forme parte de estas instituciones "para el 2002". Mientras espera, colabora con las operaciones militares aliadas sobre Yugoslavia y en el Plan de Estabilización para los Balcanes de la Unión Europea. Una estrategia que, según reconoce, puede "reforzar" su causa.

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