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Ilustres grabadores de Velázquez

Con la llegada de la Ilustración, en el último tercio del siglo XVIII, se entiende que el arte, fundamentalmente pictórico, acumulado durante siglos en las colecciones reales, debía ser difundido para asombro general y como insustituible elemento didáctico. Con estos fines se comienzan a realizar grabados, o estampas, de las obras de Velázquez, entre otros, a cargo de los mejores artistas del buril de los siglos XVIII y XIX. Con motivo del cuarto centenario del nacimiento del pintor sevillano, el Museo de Bellas Artes de Córdoba ha organizado una exposición bajo el título Velázquez Grabado en la que recoge 37 estampas de sus propios fondos y que sirvieron para ampliar el conocimiento de la obra del autor de Las Meninas en los siglos precedentes. Con motivo de esta muestra, la consejera de Cultura, Carmen Calvo, reconoció: "Velázquez fue un pintor de élites, es decir de minorías, y la Ilustración se encarga de difundir su obra en esa creencia profunda que la Ilustración tiene de lo que la cultura representa para el desarrollo de los individuos y para el progreso de las sociedades". Goya Entre los autores de estas reproducciones están Goya, Fortuny, Carmona, Galván o Maura. Fue el pintor de Fuendetodos quien inició en 1778 una colección de 16 estampas sobre obras del artista sevillano. Este trabajo se relaciona con la propuesta realizada un año antes por el conde de Floridablanca, ministro de Carlos III, quien instó a los grabadores a realizar estampas de las colecciones reales a cambio de un mecenazgo real que nunca llegó a causa de la menguada liquidez de la Corona española por aquellas fechas. En 1789, el ministro Manuel Godoy crea la Compañía para el grabado de los cuadros de los Reales Palacios, que durante una década, y de la mano de grabadores franceses, italianos y españoles reprodujo 74 de los 95 cuadros propuestos. Según explica en el catálogo de la muestra José María Palencia, conservador del museo cordobés, la finalidad de esta Compañía era doble: "Por un lado favorecer en todo el reino el estudio de los grandes pintores y, por otro, extender el prestigio de la Monarquía mas allá de nuestras fronteras, pretendiendo financiarse, al menos en parte, con la venta de las estampas. El resultado no fue finalmente todo lo satisfactorio que hubiese cabido esperar porque los gastos aumentaron mucho mientras la venta resultó muy reducida". En la primera mitad del XIX, surge la polémica al considerar cuál es la finalidad en la reproducción de obras de arte. Así, unos se decantaban por el grabado como medio al servicio de la imprenta mientras que otros lo consideraban vehículo creativo al poner el grabador siempre algo de su parte. Esta opción se impuso mientras nacía la fotografía como el soporte más fiel para la propagación del arte. En 1825 se funda en Madrid el Real Establecimiento Litográfico que seguía empeñado en culminar la colección real de cuadros. En 1874 se suman a esta iniciativa los grabadores Juan J. Martínez, José María Galván, Francisco Torras y Bartolomé Maura -considerado como el segundo gran grabador de Velázquez, tras Goya- realizando diferentes estampas de una misma obra del pintor sevillano. En esta exposición del Museo de Bellas Artes de Córdoba se pueden contemplar además obras de Audouin, Croutelle, Glairon-Mondet, le Villain, Massard, Esquiver, Ribera, Vázquez, Ametller, etcétera. Las sucesivas investigaciones sobre la obra de Diego Velázquez hacen que muchas de sus reproducciones en grabado estén ahora con un nombre o una atribución desfasada. Así ocurre con el Retrato de Alonso Cano que hoy se tiene por el del imaginero Juan Martínez Montanés o el del bufón don Antonio El Inglés, atribuido actualmente a Carreño de Miranda. Carmen Calvo dijo de esta exposición: "Recupera parte de la obra de un pintor genial, un artista que representa uno de los mayores placeres de la vida y cuya pintura le ha ganado la batalla al tiempo, como toda composición de un artista genial, además de que representó un antes y un después en la producción de su tiempo". Esta exposición, que permanecerá abierta hasta octubre, forma parte del programa de actos conmemorativos del nacimiento de Velázquez y, según la consejera, su importancia radica en que "no es fácil tener una colección de grabados de esta envergadura, propiedad del patrimonio público de los andaluces".

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