Los vecinos piden silencio
Doscientos residentes en zonas madrileñas "tomadas" por los bares de copas se manifiestan contra el ruido
Por el derecho al sueño. Ayer se reunieron 200 vecinos que sufren el ruido de los bares de copas del centro de Madrid y marcharon hacia la plaza de la Villa, donde, rodeados de numerosos policías, reclamaron al alcalde medidas que les permitan "dormir en paz". Y cantaron: "Ea, ea, ea, el ruido nos marea. Dormir y soñar, derecho fundamental". Los vecinos acudieron a la plaza de la Villa, donde está la sede del Ayuntamiento de Madrid, con sacos de dormir, velas y megáfonos. Y repitieron su letanía durante la noche: "No podemos dormir". "Pero aquí", aclaró Emilia, vecina de la calle de Hilarión Eslava, "al menos podemos dormir". Emilia lleva, según cuenta, 20 años sin pegar ojo por culpa de dos discotecas situadas bajo su casa.
Chus Cabezas, residente en un inmueble de la plaza de la Cebada, ha tenido que gastar "un millón de pesetas" en los dobles cristales de sus ventanas y en persianas de madera. "Debajo de mi casa hay un bar de copas que abre a las nueve de la noche y cierra a las ocho de la mañana. Y durante ese tiempo es imposible conciliar el sueño", explicaba.
Peor lo lleva Felipe por vivir en la calle de Julián Romea (Chamberí). "Debajo de mi piso tengo la discoteca Cats. Por las noches es una locura de ruidos y gente entrando y saliendo de ese local. Hemos puesto muchas denuncias y no se arregla nada. Estoy pensando en vender la casa. Pero a ver quién me la compra con el lío nocturno", aseguraba.
Elisa Pérez, residente en Alonso Martínez, apostillaba que ni siquiera puede pasear su perro de noche: "Cuando saco a mi caniche, los chicos se meten conmigo y me insultan. No sólo quiero dormir, sino pasear. Pero esto es un infierno. Aunque los jóvenes sean universitarios, se juntan tres o cuatro y se vuelven majaras".
La mayoría de los vecinos que protestaban anoche contra el ruido habían llegado desde el complejo Aurrerá (Moncloa) y recordaron que, cuando Ruiz-Gallardón y el alcalde estaban en la oposición, les prometieron acabar con el jaleo. "Ahora", decía Mercedes García, "no se ocupan de nosotros y han incumplido sus promesas". María, que también sufre los ruidos de la calle de Hilarión Eslava, aseguraba que conoce todas las canciones de bakalao. "Lo peor no es la música. Lo más molesto son los vómitos, la suciedad y la decadencia que se ha apoderado del barrio. Mi vida se ha convertido en un infierno", añadía.
Esta madrugada, los vecinos en lucha contra el ruido tenían previsto acudir a la casa del alcalde para cantarle la serenata que cada día ellos sufren. "Así se enterará Manzano de lo que pasa debajo de mi casa", señaló Fernando del Río, residente en el barrio de Las Letras.
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