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Entrevista:

PABLO MARTÍNEZ PREMIADO POR UN RELATO ERÓTICO "Erotismo es como las dependientas de Zara llaman al sexo"

A punto de terminar sociología, Pablo Martínez (Bilbao, 1975) ha ganado el concurso de relato erótico que organiza la asociación Lapicota de la Universidad del País Vasco (UPV). Martínez duda de que El hermoso nombre de una estrella pertenezca a un género. concreto. Es más, aboga por saltárselos. Pregunta. ¿Para quién escribió el cuento? Respuesta. Para un jamón. [El premio consiste en un jamón y 40.000 pesetas] No pensaba en nadie. Es un relato mercenario, como de encargo. Ví un cartel "relato erótico, 40.000 pesetas", lo escribí en una semana y lo mandé. No hubiese escrito un cuento erótico por propia iniciativa. Estoy en contra de constreñirse a un género, hay que escribir en libertad. P. Pero es erótico. R. No lo creo. Hay sexo y ya está. Erotismo es como las dependientas de Zara llaman al sexo. Creo que los géneros hay que saltárselos. ¡Qué más da si es una novela o un poema en prosa! P. ¿Ha escrito mucho? R. He empezado este año y pocas cosas han sobrevivido a mi propia quema. Empiezas a escribir porque lees, pero cuando lees a los autores que te gustan y luego te lees a tí, te entra un poco de repelús. P. ¿Ha publicado algo o ganado otro premio? R. No. Es el cuarto premio al que me presento. Me presenté al de Lapicota el año pasado, a uno en Muskiz y a uno de relatos taurinos de un pueblo de Álava. P. En los concursos, ¿busca quien le dé la alternativa? R. Todavía no he escrito lo que quiero. Espero tener pronto una novela con la que diga: "Aquí estoy; si vale, adelante, y si no, a una gasolinera". Me presento a un concurso; si hay suerte, estupendo, y si no tampoco me entristece. P. Escribir, ¿es una necesidad, un entretenimiento? R. No entiendo que quien lea asiduamente no tenga la tentación de escribir. Creo que es una de las pocas cosas que puedo hacer bien en mi vida. Si me pagan, escribiré y seré más o menos feliz. A lo mejor dentro de dos años soy publicista, no sé. P. ¿No se ve ganándose la vida de sociólogo? R. No. P. ¿Por qué se matriculó en sociología? R. No sabes lo que es una carrera hasta que llevas dos años. En COU, Jüngen Habermas me parecía apasionante. Yo esperaba -era un imbécil, evidentemente- encontrar unos señores de 75 años, sabios, doctos, que me iban a enseñar, a adoctrinar. Y vi que mis profesores eran otra cosa. P. ¿Por qué no hay puntos y aparte en los cuatro folios? R. Buscaba un ritmo tenso, que no se pudiese leer a trozos. Es un monologo caótico, los recuerdos tampoco te vienen a la cabeza con puntos y aparte, se amontonan. P. ¿Por qué en China? R. Ambientarlo allí daba esa lírica de lo exótico. Además, los taoistas ya escribían manuales de sexo completísimos hace dos milenios.

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