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Entrevista:

"Eso del mestizaje musical no es más que una forma de turismo barato"

A Víctor Coyote siempre le ha gustado ir contra la corriente. Ahora que buena parte de los grupos e intérpretes experimenta con la mezcla de sonidos del rock con distintos ritmos latinos -cosa que Víctor Coyote ya hacía a su manera desde hace casi 20 años-, él reniega de su pasado. "Reniego de lo que he hecho antes", dice, sin dejar de sonreír. "Hay que renegar del pasado para poder emprender cosas nuevas". Lo nuevo es un disco titulado Lucha de migajas, que presenta hoy en Madrid con un concierto (El Sol). Un disco grabado con un sello independiente en el que, sin dejar totalmente de lado sus eternos ramalazos latinos y rockeros, introduce los ritmos electrónicos y genera extrañas estructuras sonoras. "En este trabajo le doy otro sentido a las músicas que me interesan, un poco más divertido y chirriante", afirma. "Pero no puedo evitar que salgan siempre en mi música ciertas cosas. Se me nota el rocker y toda la música latina que he escuchado. Y no sé por qué también se me nota, por momentos, la influencia de Juan Pardo. No me lo explico".

Moda nefasta

Sin embargo, lo que le preocupa es la actual moda musical y social. "Lo que hay ahora son unas relaciones turísticas con América Latina. Se pierden todas las oportunidades de entrar en contacto con esas realidades que no sean las que dan en Halcón Viajes", opina. "Hay gente supuestamente enrrollada con el tema de Chiapas, por ejemplo, que se lo toma como si fueran esos viajes de aventura". Ya en 1983, Víctor Coyote -también llamado Víctor Abundancia y Víctor Aparicio- compuso un tema titulado 300 kilos en el que hablaba de las relaciones de España con Latinoamérica. "En ese momento estaba mal visto todo lo que no fuera europeo y no viniera de Londres o Berlín. Esta canción era una arenga en recuerdo de los países de habla española, pero se tomaba a broma". "Lo cierto es que aquí los vascos, los catalanes y los gallegos reclaman constantemente que no tenemos ni idea de su identidad y luego vuelven de Cuba o Santo Domingo y creen que han descubierto su esencia, sin haber salido del hotel".

De todas formas, Víctor Coyote tampoco se toma a sí mismo demasiado en serio. "Soy el típico español", dice, como lo hacía antes con una canción de ese título. "Ejerzo la tradición ibérica de la protesta y la crítica. Me toca estar a la contra. Lo que pasa es que a los 18 años, si protestas, eres un rebelde, y si lo haces a los 40 eres un cascarrabias".

Otra de las cosas de las que reniega el autor de Puro semental es de su antigua imagen de sex symbol. "Ahora voy tapadito hasta las cejas", advierte. "Después de los 40 ya no puedes ir de sexy. Tendré que esperar otros 25 años para volver a serlo, como Sean Connery o Robert Redford", afirma. Pero Víctor Coyote no cae en la trampa de hablar de las ventajas de la madurez. "Tengo los mismos conocimientos musicales que cuando empecé. Me interesa la lucha, no sus objetivos. No quiero ser maestro, sólo un aprendiz".

Otros rockeros de su edad tienen dificultades en encontrar un hueco para continuar con su carrera. "Lo que pasa es que si han tenido éxito y ahora viven en su chalé y usan ropa cara, pierden el contacto con lo que pasa. La vida no es una urbanización de pasta".

Coyote no vive exclusivamente de la música y por eso se siente libre de algunas de sus servidumbres. "Trabajo en otras cosas para sobrevivir: en diseño gráfico, ilustraciones, cómic y vídeos. Me gusta esa variedad. Me aterraría estar sentado en casa pendiente sólo de mi próximo disco. Pero debo reconocer que de vez en cuando necesito subirme a un escenario a cantar. Es parte del narcisismo que todos tenemos, un verdadero subidón de ego".

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