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Reportaje:

La izquierda toma impulso

Cataluña está girando hacia la izquierda. El ascenso de los grupos que reclaman esta etiqueta comenzó a apreciarse con claridad en las elecciones legislativas de 1996, las de la victoria de José María Aznar, y se ha consolidado tanto en las municipales como en las europeas del domingo pasado. Como consecuencia lógica, la derecha (o centro derecha, si se prefiere) retrocede. El acuerdo de Convergència i Unió (CiU) con el Partido Popular (PP) ha sentado electoralmente mal tanto a uno como a otro: ambos han visto descender sus porcentajes de votos en las elecciones municipales y en las europeas. Este retroceso de la derecha como bloque refuerza las posibilidades de que se produzca un cambio en la presidencia de la Generalitat tras las elecciones del próximo otoño, pero para ello la izquierda ha de superar una barrera que en condiciones normales parecería infranqueable: los 10 puntos que separaron ambos bloques en las autonómicas de hace cuatro años. En las elecciones legislativas de 1996, la suma de votos obtenidos por el Partit dels Socialistes (PSC), Iniciativa per Catalunya (IC) y Esquerra Republicana (ERC) alcanzó el 51,2%, casi cuatro puntos más que en los comicios de 1993. La suma de sufragios de Convergència i Unió (CiU) y el Partido Popular (PP) fue del 47,6%, dos puntos por debajo que en los anteriores comicios. La izquierda, por tanto, le ganó seis puntos a la derecha. El incremento de votos de la izquierda en las municipales del pasado domingo ha sido de casi tres puntos, mientras que el retroceso del bloque CiU-PP ha sido de casi cinco. La izquierda, por tanto, ha mejorado su posición en 7,5 puntos. Si lo que se cuenta son los resultados de las europeas, la izquierda ha subido casi cuatro puntos y la derecha ha retrocedido otros tantos, lo que da una mejora a favor de los primeros también de 7,5 puntos. Después de los comicios del domingo, la barrera de los 10 puntos sigue siendo alta, pero empieza a parecer franqueable, lo que garantiza que los próximos comicios autonómicos sean realmente competitivos, algo que no sucedía desde 1980. Contraste con España Este resurgimiento de la izquierda catalana contrasta con la hegemonía de la derecha en el conjunto de España, basada en el espectacular crecimiento de los votos del Partido Popular a lo largo de toda la década de los noventa, pero también en una división de circunscripciones que le favorece en las elecciones legislativas. A pesar de su predominio en la mayoría de las capitales españolas, el PP ha obtenido prácticamente el mismo número de votos que el PSOE en las elecciones municipales del domingo y ni siquiera en los comicios de 1995, que fueron un auténtico desastre para los socialistas, el bloque de la derecha logró sumar más votos que el de la izquierda (para este cálculo se han considerado los 10 partidos más votados en cada elección). Algo similar sucede si se compara la izquierda y la derecha españolas en las elecciones legislativas (véase el gráfico). La primera ha permanecido inamoviblemente en torno al 50% a lo largo de toda la década de los noventa, mientras que el máximo porcentaje de la derecha ha sido del 46,5%, en las elecciones que abrieron a José María Aznar las puertas de La Moncloa. Si en lugar de dividir los partidos entre derechas e izquierdas se adopta el criterio de nacionalistas y no nacionalistas, resulta difícil generalizar una tendencia al analizar las elecciones celebradas a lo largo de la década. La diferencia entre ambos bloques se ha mantenido estable en las elecciones municipales, con una ventaja para los grupos que no se consideran nacionalistas en torno a 22 puntos. La desventaja nacionalista en las legislativas ha sido de 14 puntos hasta que en 1996 también saltó a más de 20. El equilibrio de fuerzas es totalmente distinto en las autonómicas, aunque también es relativamente estable. La ventaja del bloque CiU-ERC sobre los no nacionalistas se situó en torno a los tres puntos en 1988 y 1995, pero en medio se produjo un fulgurante disparo del nacionalismo: obtuvo una ventaja de más de 13 puntos en 1992. El cruce del eje del nacionalismo con el ideológico vuelve a ensanchar la barrera de 10 puntos que separó en las últimas elecciones autonómicas a la izquierda de la derecha. Los dirigentes de Esquerra Republicana, exultantes por los buenos resultados obtenidos el domingo, han insistido en que el partido independentista se encuentra exactamente a la misma distancia de CiU que del PSC. De momento se han quedado sin el papel de bisagra en el Ayuntamiento de Barcelona, pero han dado un paso importante para poder representarlo en el Parlament. Así las cosas, será de la mayor importancia ser el partido más votado. Pero para lograr eso, la barrera que Pasqual Maragall debe superar no es de 10, sino de 16 puntos, los que separaron al PSC de CiU hace cuatro años. La reserva de votos existe, pero los socialistas se han mostrado hasta ahora incapaces de movilizar en las autonómicas a buena parte de su electorado de origen no catalán. Pujol, por su parte, tampoco ha sido capaz de movilizar en las elecciones del domingo a sus electores tradicionales, en buena parte por el desencanto que ha supuesto su pacto con el Partido Popular. El próximo otoño ganará quien sea capaz de llevar a las urnas hasta el último de sus simpatizantes. Por fin tendrá Cataluña unas elecciones reñidas.

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