Pánico y brotes de venganza
Con su policía y Ejército obligados a abandonar esta región de Kosovo antes de la noche de hoy, los serbios de a pie sienten el pánico y el miedo, y han elegido el camino de la huida, sin conocer su destino. Todos los interrogados ayer por este periódico aseguraron no saber el lugar al que les conducirá la caravana. Al lado de la gigantesca fila de coches pasaban albanokosovares que con frecuencia insultaban a los serbios. "Esos hijos de puta se tienen que marchar", decía un albanés.
Cuando la caravana arrancó desde el centro de Prizren, arreciaron los insultos. Los soldados alemanes presenciaban todo sin intervenir y trataban de dejar vía libre a la larga comitiva de vehículos.
Un joven enardecido la emprendió a pedradas contra un coche Audi que, aseguraba el chico, pertenece a su padre. Según su versión, el serbio se lo había robado.
En otro momento la emprendieron a pedradas contra el coche de un albanés católico, al que la muchedumbre enardecida acusaba de colaborador de la policía serbia.
Desde un altavoz instalado sobre un jeep de las tropas alemanas se apelaba en albanés a mantener la calma.
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