Centros escolares utilizan papel especial para evitar que los alumnos falsifiquen las notas
Las nuevas hojas de calificaciones no se pueden modificar por ningún medio informático
¿Se imagina que su hijo le haya estado engañando con las notas escolares durante el curso? Esta situación, que la vive más de una familia, ha obligado a institutos de enseñanza media a adoptar medidas para evitar la falsificación de las calificaciones. Una de ellas es utilizar papel "anticopia" que pretenden eludir las reproducciones "casi perfectas" que se consiguen gracias a la informática. Padres de alumnos, fundamentalmente de BUP, se habrán llevado o se llevarán una sorpresa cuando reciban las notas de fin de curso de sus hijos. Tendrán unos o varios suspensos e incluso no podrán pasar curso. Todo, pese a haber tenido magníficas notas en las valoraciones trimestrales. La explicación a este aparente contrasentido es sencilla: durante el curso, su hijo ha falsificado las notas parciales, trampa que, normalmente, se descubre al final del ejercicio.
El número de falsificaciones son lo suficientemente indicativo como para que unos cien centros de Madrid, Extremadura, Castilla-La Mancha y Castilla León estén empezando a utilizar un tipo de papel "anticopia" que dificultan las manipulaciones. Uno de los proveedores de este material, Juan Martínez, asegura que este papel se distingue al tacto y sus contenidos "no se pueden modificar por ningún medio informático". Los folios tienen un fondo de color, distinto para cada centro, y cuentan con una tinta especial para evitar que fotocopiadoras, escáneres y demás medios informáticos hagan la labor de los profesores más generosos.
Carmen Vieites, secretaria de Enseñanza Pública de UGT, considera que "con las medidas que se están adoptando será muy difícil falsificar notas, salvo que sea un geniecillo".
"Hemos descubierto auténticas virguerías", asegura Dolores García, jefa de estudios de un instituto de Pozuelo. Su compañero, Mario Herrero, del centro Jaime Ferrán, en Collado-Villalba, cuenta como en alguna tienda de repografía de la ciudad había colas de hasta 25 jóvenes cada vez que el instituto daba las notas. "Sabemos que las falsificaciones siempre han existido, pero ahora, con la informática, los jóvenes lo tienen mucho más factible. Pero este sistema puede ser la solución".
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