Cuatro claves

> Rusia. La oposición comunista en la Duma, el vínculo histórico eslavo/ ortodoxo entre rusos y serbios, el miedo a que el antiguo adversario occidental se acercase más aún a su zona de influencia, la desazón porque el modelo de intervención en Kosovo pueda aplicarse un día a una república caucásica y la mala digestión del imperio perdido han sido los motivos de las reticencias de Moscú a abandonar a su aliado. La creciente evidencia de sus atrocidades, el procesamiento de Milosevic en el Tribunal de La Haya, la dependencia de Rusia del FMI, su necesidad de aparecer como protagonista en esta gran crisis, y el permanente occidentalismo -pese a sus aspavientos- de Yeltsin los han contrapesado. Cuando Rusia ha dicho basta, Milosevic ha plegado velas. Si lo hubiera dicho hace 90 días, no habría habido guerra.> Unión Europea. Los europeos aprendieron la lección de Bosnia. No han estado divididos, como entonces (Bonn a favor de la independencia de Croacia, París en contra), y hasta la discrepante y muy comprometida Italia, que propugnó una "pausa" sin condiciones, supo mantener la cohesión euroatlántica. Han renegado de la "doble llave" (toma de decisiones entre la ONU y la OTAN con derecho a veto mutuo, lo que prolongó aquella crisis y puso a los cascos azules en peligro). Y han asumido, incluso los neutrales, el liderazgo de la Alianza en Defensa. Además, han impulsado un proyecto de política exterior y de seguridad común, que será personalizado por Javier Solana.

> Los anglosajones. Sin la determinación política y el liderazgo en el compromiso militar de Estados Unidos y el Reino Unido, estaríamos en el Rambouillet 3, 4 o 5, sin resultados y sin kosovares.

> Sin intereses. El novelista albanés Ismail Kadaré escribió que esta guerra no se ha hecho ni por el petróleo ni por otros intereses geoestratégicos ni materiales, sino por principios.