Un partido bajo sospecha

, El partido Málaga-Sevilla que pondrá colofón el día 20 a la Liga de Segunda División acumula morbo y sospechas. A diez días de su celebración, las especulaciones sobre su resultado, sus consecuencias, y su posible manipulación desbordan cualquier ejemplo anterior en el fútbol nacional. De entrada, todo pasa por que el Sevilla termine la jornada electoral del 13-J con posibilidades de promocionar o incluso de ocupar una plaza de ascenso directo a Primera derrotando al Compostela en el Sánchez Pizjuán. A partir de ahí, los rumores de primas de terceros -terceros interesados deportivamente (Rayo, Numancia, Toledo e incluso Las Palmas) o terceros interesados como el Betis,que no quiere al Sevilla en Primera- se han disparado. Sorprende incluso la confirmación de que el propio presidente del Málaga, Fernando Puche, dará un premio especial (siete millones si ganan a Toledo y Sevilla y un reloj) a sus jugadores por ganar tres puntos que no variarán un ápice su condición de campeón de Segunda y nuevo equipo de Primera. Diez días quedan para comprobar el desenlace, pero son meses los que han mantenido a Sevilla y Málaga bajo la sospecha de que el resultado podría decidirse fuera del césped. Y esas sospechas parten de dos premisas. Una, que el Sevilla que entrena Marcos Alonso, que preside Carrión y del que es accionista mayoritario José María González de Caldas, tiene un paquete de 22.500 acciones, valoradas en 285 millones, que han sido reclamadas judicialmente por la sociedad Gestora de Medios Audiovisuales (GMA), controlada por Antonio Asensio. GMA argumenta que las adquirió por la delicada situación que atravesó el club hace dos años y que quiere restituirselas previo pago al sevillismo de base. Y dos. Desde el comienzo de temporada pesa como una losa la sospecha de que varias de las sociedades que participan en el Málaga están controladas también por el actual propietario del Mallorca, Antonio Asensio. El decreto en preparación pretende acabar con estos rumores.