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La timidez de un aguerrido candidato socialista

Antoni Asunción representa un modelo de familia distinto al de su oponente Zaplana y como sí tiene perros se levanta una hora antes que el candidato popular para pasearlos (a las 7.00 horas) y regar las plantas de su jardín en Manises antes de afrontar la dura jornada electoral en busca del voto indeciso. Este hombre, que durante su etapa al frente del Ministerio del Interior, llegó a dirigir con mano de hierro a 150.000 funcionarios de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado se ha revelado en esta campaña electoral como un hombre tímido en plazas y mercados que teme ofender al posible votante y se muestra más relajado en actos sectoriales y grupos de trabajo reducidos donde exhibe su campechanía con naturalidad. A las nueve de la mañana, Asunción pone los cimientos de lo que será su actividad del día. En la sede del PSPV empieza la reunión de maitines y se reúne con el portavoz de la gestora, Andrés Perelló; con el edil Miguel Mazón; con el coordinador electoral, Vicent Garcés; con la presidenta de la gestora, Juana Serna, y, si es necesario, con algún asesor especializado. En esa reunión se repasan los contenidos de la prensa, se analizan los últimos movimientos de los adversarios políticos -fundamentalmente los del PP- y se preparan las ideas fuerza que lanzará el candidato a lo largo de la jornada. Antes de lanzarse a la búsqueda del voto en los mercados, Asunción, que prefiere el contacto directo y enterarse de las cosas de primera mano, responde al correo electrónico y concede entrevistas. Ha llegado entonces el momento de sumergirse en las plazas públicas. Le colocan un ramillete de rosas de tallo largo en la mano y a recorrer los puestos de venta y los tenderetes. Es entonces cuando sorprende ver a un Antoni Asunción ofreciendo rosas con timidez, casi como si estuviese a punto de declararse. Los piropos de las mujeres, si no fuese por su poblada barba, uno diría que le sonrojan. Algunas atrevidas le echan los tejos, como ocurrió el pasado viernes en el mercado de Buñol, en otras mujeres despierta el instinto maternal -"está muy delgado, a ver si me come más que se está quedando desmejorado"- y en la mayoría de señoras consigue la sonrisa. Sin embargo, donde el candidato socialista se anima y recupera su gancho de candidato aguerrido es cuando las mujeres de los mercados le jalean y le piden cosas. "A ganar, a ganar que lo estás haciendo muy bien", señala una vendedora de uno de los puestos de la feria gastronómica de Utiel. "Oiga yo le voy a votar a usted, pero a ver si es verdad que nos ponen un sueldo a las amas de casa", señala una compradora valenciana. En esos momentos, el candidato Asunción entabla conversación y se suelta. En otras ocasiones, las votantes se muestran un tanto despistadas. Siempre hay señoras que, al ver el revuelo que levanta el candidato, preguntan quién de todos es Asunción y si se pueden acercar a besarlo. Una situación que obliga a veces a pedir a las personas con barba -el más perjudicado suele ser Ramón Aguilar, fiel escudero del candidato en sus desplazamientos- que se retiren para que quede bien claro a los viandantes quién es Antoni Asunción. En los desplazamientos del candidato socialista las cámaras también juegan un papel fundamental, especialmente las de televisión que atraen siempre moscardones deseosos de ver su imagen junto a la de una persona que detenta tamaña responsabilidad política. "Yo no soy de la rosa, soy del PP pero, para esto de salir en televisión, ¿dará igual no?", preguntó una simpatica utielana más preocupada por salir bien en el plano que por si traicionaba su ideología posando junto a Antoni Asunción. Tras la visita al mercado del día, el candidato socialista almuerza habitualmente con algún colectivo o asociación para interesarse personalmente por sus problemas. Luego, Asunción buscará los 30 minutos de aislamiento antes de volver a la caravana electoral. Otros centenares de kilómetros acelerarán el envejecimiento del automóvil en el que se desplaza Asunción al mitin central del día. Ya de madrugada, dormirá como un lirón.

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