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Descompuesta y con mal novio

Andrés Ortega

Vistos los serbios moderados y demócratas que han huido del país o permanecido inevitablemente agazapados estas semanas, el resultado inmediato de la guerra es que el país ha quedado seriamente destruido, mientras que quien les metió en este desastre sigue en el poder. Se han quedado sin país y con Milosevic: descompuestos y con un novio indeseable. Semanas antes de todo esto, Milosevic, según relata Tim Judah, le advirtió a Chris Hill, el embajador de EEUU en Macedonia: "Por supuesto, podríamos expulsar a todos nuestros albaneses, pero no lo haremos. No somos nazis". Los datos en el auto de acusación contra Milosevic de la fiscal del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, Louise Arbour -y empieza a haber otras informaciones-, justifican plenamente el ataque de la OTAN, aunque sean criticables sus modalidades. El inicio del bombardeo del 24 de marzo puede haber acelerado esa limpieza étnica, pero lo ocurrido y lo que se irá descubriendo, lo justificará aún más, independientemente del éxito final. Ahora bien, Milosevic y los otros acusados no son los únicos que deberían tenérselas que ver con esta justicia. Por no ir más lejos, también Tudjman, el presidente de Croacia, verdadero triunfador de las guerras balcánicas de esta década; aunque cuenta con el apoyo de un Papa que también ha jugado a la realpolitik. Como Felipe González mantiene desde hace tiempo, no puede haber paz y estabilidad en los Balcanes sin tolerancia y democracia, y eso exige, aunque no baste, que Milosevic salga de la escena. Este hombre montó su régimen sobre el nacionalismo para permanecer en el poder con el miedo, la represión, el secuestro y el asesinato desde el Estado como instrumentos, pese a que algunos crean discernir allí una democracia por el hecho de que se vote. A lo sumo, se trata de lo que Nebojsa Popov llama un "pluralismo totalitario". Guerra tras guerra, Milosevic ha sobrevivido políticamente a base de perder conflictos y territorio. ¿Hasta cuándo perder puede significar ganar para Milosevic? De ésta no sale como en Dayton respecto a Bosnia, como garante de paz. Acaba la guerra habiendo capitulado ("pactado, o entregado una plaza bajo determinadas condiciones") en Kosovo, aunque sin haberse rendido y con una buena parte de su Ejército y sus fuerzas especiales en pie. Es de esperar que ahora los propios serbios reaccionen contra él. Los serbios de Serbia, aunque resentidos hacia la OTAN, se percatan de que por vez primera este régimen no les ha protegido. Las bombas han llovido sobre Belgrado y otros lugares. Milosevic se ve obligado a abandonar de hecho Kosovo, la cuna, o la excusa, de su proyecto nacionalista. Y los militares empiezan a moverse y el Gobierno a resquebrajarse. El suelo puede estar moviéndose bajo los pies de Milosevic, aunque las reacciones nacionalistas, por irracionales, son siempre imprevisibles.Acabar con este régimen, según aclaró Solana al principio de los bombardeos, no era "un objetivo para alcanzar con medios militares". Pero era y sigue siendo el objetivo. La OTAN debe mandar el mensaje -basado en una postura militar creíble- de que no tolerará nuevas aventuras de Milosevic en Montenegro o en otros lugares. La presión constructiva debe seguir cortando los caudales de dinero al régimen y sus familias -¿cómo no se ha hecho antes?-, y ayudando a construir una oposición democrática moderada, europeizada, a la vez que se buscan posibles interlocutores incluso dentro del régimen para iniciar una transición (y algunos de ellos ha dejado la fiscal Arbour). Los serbios deben saber que se quedarán al margen de los proyectos de reconstrucción de los Balcanes si se mantiene Milosevic y su estructura de poder. Pero, asimismo, que todo puede cambiar para bien. aortega@elpais.es

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