Antonio Hernández estrena en Málaga un tibio 'thriller' de carretera
Maura y Luppi protagonizan 'Lisboa'
Tras el buen sabor de boca que dejó el estreno de Las huellas borradas, de Enrique Gabriel, principal favorita hasta ahora para alzarse con el premio, de nuevo ayer la sección a concurso del II Festival de Cine Español de Málaga volvió a bajar el listón. Sin cruzar nunca la frontera del fiasco, Lisboa es un thriller lleno de oficio de Antonio Hernández. Se estrenó ayer avalado por buenas interpretaciones de Federico Luppi, Camen Maura y Sergi López.
El extraño encuentro en una carretera entre una mujer bien vestida, pero considerablemente desorientada (Carmen Maura), y un representante portugués, un tipo corriente (Sergi López), al cual la mujer pedirá ayuda, es el arranque de Lisboa, un thriller que, a diferencia de otros que aquí hemos visto (Zapping), no se aleja nunca de los férreos cánones del género. Sin embargo, semejante jucio no fue compartido ayer por el director del filme, quien llevaba siete años sin ponerse tras la cámara: "No tiene género definido, partimos de una tragicomedia y al final casi nos parece un western", dijo Hernández.Como tantas otras películas criminales, aquí se trata de un viaje imposible en busca de una liberación problemática, dictada ante todo por razones morales, a partir de un aparatoso, brutal accidente que contemplamos en la primera secuencia y que condiciona todo lo que ocurrirá luego. Tiene Lisboa, un filme por otra parte resuelto con oficio por su director (F.E.N. o Cómo levantar mil kilos son algunos de sus créditos), un grueso problema de guión, una coyuntura en la cual se juega por entero su credibilidad: que el espectador sea capaz de creerse el no menos extraño encuentro entre la fugitiva, su dudoso benefactor portugués y la familia de la mujer.
Tiene algún problema menor, como el hecho de que, a pesar de su fulgurante inicio, la cosa discurra luego por un sendero más árido en lo que al facilitar la información se refiere; o algún personaje mal resuelto, como el que le toca apechugar a la sugerente Laia Marull, la hija de Maura.
Pero, en general, el filme se deja ver sin dificultades. Tiene Hernández mucho que ver con eso, por su buen sentido a la hora de componer el encuadre. Los matices que obtiene de algunos actores dejan el camino expedito para un acceso más o menos confortable para el espectador.
Por ejemplo, nunca ha estado mejor Sergi López, y decir que Maura y Federico Luppi, su tiránico, despótico marido, lo bordan parece casi obligatorio. No está a la altura de su principal competidora, Las huellas borradas, de Enrique Gabriel, desde anteayer la máxima favorita para ganar el certamen; pero es un buen ejemplo de esa producción media española que tiene en Málaga su lugar para despegar hacia las carteleras. Todo queda hoy en manos de El Cuarteto de La Habana, de Fernando Colomo.
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