El próximo presidente de la Comisión Europea se arroga el poder de destituir a cualquiera de sus comisarios
ENVIADO ESPECIALEl próximo presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, se arrogó ayer el derecho a destituir a cualquiera de los miembros que formen parte de su colegio de comisarios. Prodi, que explicó sus proyectos a los 15 jefes de Estado o de Gobierno de la Unión Europea (UE) reunidos en la cumbre de Colonia, anunció que contará con dos vicepresidentes, pero ambos ligados a tareas internas, un indicio de que desea reservarse el papel estelar en las relaciones internacionales de la Comisión. Ninguno de los gobernantes replicó. Fue una exposición sin debate.
El anuncio de Prodi por el que se arroga la capacidad de destituir a sus comisarios supone una reforma del Tratado por la vía pragmática de los hechos, no por la del derecho. Aumenta las competencias del presidente de la Comisión -ya incrementadas por el Tratado de Amsterdam, que le permite discutir de tú a tú con los Gobiernos para la selección de sus comisarios y distribuirles a placer las carteras- para equipararlas casi a las de un presidente de Gobierno, facultado para destituir a cualquiera de sus ministros.
Este nuevo poder surge de una imposición más que de un acuerdo. "Espero de cada uno de los miembros de mi futuro equipo el compromiso de que dimitirán si me veo obligado a pedírselo", explicó Prodi. Como ocurre que es el propio jefe de Bruselas -en estrecha consulta con los Gobiernos- uno de los dos protagonistas en la elección de los comisarios, se entiende que todos los candidatos al equipo aceptarán la condición, a riesgo de quedarse fuera. Y si luego la incumpliesen, su situación se haría insostenible. Eso sí, el profesor boloñés aseguró que usará con prudencia esa facultad autootorgada: "Sólo en la más grave de las circunstancias requeriré la dimisión de un comisario".
Este mecanismo "garantizará la responsabilidad de cada comisario, al tiempo que asegura la autoridad política del presidente y protege a cada comisario de ataques injustificados o partidistas", se explayó Prodi. El sistema augura un nuevo equilibrio de poderes, reforzando el propio del presidente frente a las veleidades del Parlamento o la tozudez de algún comisario que se resista a ser consecuente con las responsabilidades políticas adquiridas. Prodi desea evitar a toda costa que un nuevo caso Cresson (las acusaciones de nepotismo contra la comisaria Edith Cresson) acabe con él como arruinó a su predecesor, Jacques Santer.
El profesor anticipó que contará con dos vicepresidentes. Dio la sorpresa. Contra lo que se preveía, ninguno de ellos controlará las relaciones exteriores, lo que parece traducir un interés de Prodi en concentrar personalmente la faz internacional del ejecutivo Las carteras de Exteriores seguirán atribuidas a cuatro comisarios distintos, aunque con un nuevo reparto de tareas, más temático que geográfico. Los dos vicepresidentes se dedicarán a temas más bien internos. Uno, a la reforma de la Comisión, dirigiendo carteras como control financiero interno y lucha antifraude, o presupuesto y personal. El otro a las relaciones con el Parlamento, y quizá a un nuevo servicio a favor de los ciudadanos.
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