La OTAN exige a Milosevic que acepte "personalmente" las condiciones aliadas
La OTAN reiteró ayer que el gesto de Slobodan Milosevic de aceptar las bases del acuerdo del G-8 "es una señal en la buena dirección", pero exigió al presidente de Yugoslavia dos condiciones: que "haga una declaración personal y clara" de que acepta las cinco condiciones que impone la comunidad internacional "sin reservas" y que retire "las fuerzas serbias de Kosovo". Los aliados están a la espera de conocer los detalles de la entrevista del viernes entre Milosevic y el enviado ruso, Víktor Chernomirdin, para confirmar que serbios y aliados están hablando de lo mismo cuando se refieren al G-8.
"Es obvio que el hecho de que Milosevic diga ahora que va a aceptar los principios del G-8 es una señal que va en la buena dirección", declaró ayer el portavoz civil de la OTAN, Jamie Shea. "Pero tenemos que esperar y ver qué significa eso en términos de detalles. Los detalles son muy importantes", puntualizó. " Queremos estar seguros de que Milosevic interpreta los puntos del G-8 como nosotros los interpretamos", insistió Shea.Las cinco exigencias son cese de la represión, retirada de las fuerzas serbias en Kosovo, despliegue de una fuerza internacional fuertemente armada y capitaneada por la OTAN, retorno seguro de los refugiados y plan político a medio plazo para consolidar la autonomía de la provincia tal como se acordó en la conferencia de Rambouillet. La OTAN subrayó ayer que la campaña aérea no cesará hasta que haya un acuerdo real sobre las cinco condiciones.
La Alianza cree que la declaración escrita lanzada por Milosevic el pasado viernes puede marcar un giro, pero todavía no está segura de que eso vaya a ser así porque no conoce al detalle el acuerdo al que llegaron ese día Milosevic y el enviado ruso a los Balcanes, Víktor Chernomirdin. Esos detalles, a los que aludió ayer el portavoz aliado, empezarán a conocerse en los próximos días y, sobre todo, cuando los tres mediadores internacionales (Chernomirdin; el subsecretario de Estado norteamericano, Strobe Talbott, y el presidente finlandés, Martti Ahtisaari) vuelvan a reunirse. Una cita para la que todavía no hay fecha.
Pero fuentes aliadas admitieron la importancia de la positiva reacción mostrada el sábado por el secretario general de la OTAN, Javier Solana, que hasta en cuatro ocasiones dio la bienvenida, en rueda de prensa, a la declaración del dirigente serbio. La Alianza cambió ese día su habitual frialdad a cualquier declaración de Milosevic. "No queremos cortar la vía diplomática", reconoció ayer una fuente aliada. Y eso significa no sólo no descartar de entrada la declaración de Milosevic -como sistemáticamente había ocurrido hasta ahora-, sino también lanzar un guiño a una diplomacia rusa que empieza a estar harta de conducir una mediación hasta ahora estéril tanto por la intransigencia serbia como por lo que los rusos consideran que es altanería aliada.
Expectativas
La declaración de Milosevic el viernes, en la que se mostró a favor de un acuerdo que se base en los principios pactados por el Grupo de los Ocho (formado por Estados Unidos, Rusia, Canadá, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Japón), ha abierto las expectativas por un cercano final del conflicto, aunque también ha perfilado que si eso no se produce en la cumbre del G-8 convocada para el 18 de junio, los aliados pueden tomar la decisión de invadir Kosovo por la fuerza.
"No quisiera decir que las dos próximas semanas son más cruciales, pero la entrante puede ser especial", admitió Shea. "Hay una cumbre europea, pocos días después hay otra del G-8, los aliados están muy interesados en conocer por boca del señor Chernomirdin qué ocurrió en su última visita a Belgrado... Pero tenemos que ser pacientes. Tenemos que ser perseverantes y persistentes", explicó.
Esa perseverancia y esa insistencia la están demostrando los aliados con la intensificación de la campaña aérea. Desde hace ya días, los aviones bombardean Yugoslavia con un rigor hasta entonces no visto. En el día 67º de campaña, los aparatos realizaron 309 salidas de ataque y 85 para neutralizar las defensas antiaéreas serbias, sobre un total de 697 salidas. Los ataques se concentraron en la destrucción de objetivos estratégicos en Kosovo y morteros y piezas de artillería de las fuerzas de Milosevic desplegadas en la provincia, sobre todo a lo largo de la frontera con Albania, una zona en la que sigue habiendo una gran actividad tanto de las fuerzas serbias como de la guerrilla del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK). Pero también en Pristina, Podujevo, Glogovac, Gnijane y Urosevac.
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