India y Pakistán, al borde de la guerra por el derribo de dos aviones indios en Cachemira
India y Pakistán se pusieron ayer al borde de una nueva guerra abierta en Cachemira, que sería la tercera entre ambos países por el control del territorio, después de que las fuerzas antiaéreas paquistaníes derribaran dos cazas indios que habían violado su espacio aéreo. Los aviones participaban en la campaña militar desencadenada el día anterior por Nueva Delhi para eliminar a los cientos de milicianos islamistas que a primeros de mes penetraron en territorio indio desde Pakistán para hostigar a la población hindú y reforzar a los correligionarios que desde hace una década luchan para lograr que Cachemira, mayoritariamente poblada por musulmanes, pase a ser controlada por Pakistán.
"No hay guerra declarada entre India y Pakistán [dos países con arsenal nuclear] pero la incursión de los aviones constituye un acto de guerra", declaró en Islamabad el general Anis Baja, que dio cuenta del incidente. Según él, un Mig27 y un Mig21 fueron abatidos a unos seis kilómetros al sur del río Shyok, en territorio paquistaní. Uno de los pilotos murió y su cuerpo será entregado a India; el otro fue capturado y será considerado como "prisionero de guerra".Nueva Delhi dio un versión distinta del suceso, aunque confirmó la pérdida de los dos aparatos. Según el Gobierno indio, uno de sus aviones tuvo una avería y el piloto saltó en paracaídas antes de que el aparato se estrellara. Un compañero sobrevolaba la zona para localizarle cuando fue alcanzado por un misil tierra-aire paquistaní. Ambos aparatos cayeron en territorio indio, según Nueva Delhi, que calificó de "acto de provocación" la intervención paquistaní.
Al tiempo que la noticia del enfrentamiento corría como la pólvora por ambos países, fuentes oficiales indias comunicaban que su aviación había ejecutado el cuarto ataque aéreo de la jornada contra los cientos de milicianos musulmanes diseminados por las montañas de la zona fronteriza. India mantiene que, desde el pasado día 9, no menos de 540 milicianos, entre los que supuestamente hay voluntarios afganos y soldados paquistaníes, han penetrado unos seis kilómetros en territorio indio. "Esto es una guerra", dijo en el general del Aire indio, Subash Bhojwani, jefe de las operaciones aéreas. "La campaña aérea va a seguir hasta que logremos nuestros objetivos".
India mantiene que los infiltrados cruzaron la frontera con apoyo de las Fuerzas Armadas paquistaníes, que lanzaron una ofensiva artillera en la región de Kargil y Drass para distraer la entrada de los milicianos en esta zona, a 5.000 metros de altitud, donde el deshielo de cada primavera alienta las aventuras militares. Según los militares indios, unos 170 invasores han sido ya eliminados en una operación de limpieza que ha costado 17 vidas y ha dejado 80 heridos en el lado indio. Indios y paquistaníes seguían librando ayer el duelo artillero abierto hace casi tres semanas sobre la frontera, y desde Nueva Delhi se advirtió a Islamabad de que "se tomarán las medidas adecuadas" si el Ejército paquistaní ejercía represalias.
Drass era ayer una localidad fantasma: sólo quedaban 12 de sus 10.000 habitantes. El resto había huido de unos bombardeos que han destruido el hospital y el acuartelamiento locales.
El general J.J. Sing, otro de los responsables indios de la operación contra los milicianos musulmanes, manifestó en Nueva Delhi que a algunos milicianos les estaba costando mantenerse a cubierto. "Han sufrido graves bajas debido a nuestras acciones por tierra, al bombardeo artillero y a los ataques aéreos", señaló. "Tienen gente herida que necesita ayuda, y en esta situación hay muy remotas posibilidades de que la consigan".
Cortada la retaguardia
Sing anunció un reforzamiento de las tropas en la zona y dijo que ya se habían cortado los canales de apoyo logístico a los milicianos con su retaguardia en Pakistán, donde varios grupos islamistas afirmaron que habían enviado voluntarios al otro lado con mejor equipamiento militar.
El Gobierno paquistaní pidió ayer a la ONU que refuerce sus observadores militares en la región. "Nosotros venimos diciendo que la ONU y su secretario general deberían intervenir, porque esto es una amenaza a la paz y a la estabilidad regional", declaró en Islamabad el ministro de Información, Mushahid Hussain. "Necesitamos que la comunidad internacional tenga conocimiento inmediato de lo que sucede. Naciones Unidas debe intervenir y Kofi Annan [secretario general de la ONU] debería enviar un emisario para desactivar la situación". Hussain aseguró que Pakistán no recrucederá el conflicto mientras India no cruce la frontera.
Los responsables del Estado indio de Punjab, vecino por el Sur de Jammu y Cachemira, decretaron ayer el toque de queda desde las nueve de la noche a las cinco de la madrugada en la frontera con Amritsar, ciudad que está sólo a 40 kilómetros de Lahore, capital del Punjab paquistaní.
Preocupación nuclear
El repentino estallido del endémico conflicto indo-paquistaní en Cachemira adquiere, a ojos de la comunidad internacional, una dimensión más preocupante que en anteriores ocasiones porque esta vez ambos países están dotados de armas nucleares. China, la gran aliada de Pakistán, país al que ayudó a desarrollar su arsenal nuclear, reaccionó de inmediato a la noticia del derribo de los dos cazas indios. "Siempre hemos defendido que India y Pakistán deberían tener gran responsabilidad en el mantenimiento de la paz y la seguridad en el sur de Asia", manifestó el portavoz de Exteriores en Pekín, donde pidió a ambos Gobiernos control y un esfuerzo para resolver sus diferencias de modo pacífico.Estados Unidos, también tradicional aliado de Islamabad, mostró su inquietud ante lo sucedido e instó a ambos Gobiernos a "cumplir lo acordado en la declaración de Lahore", en la que el pasado mes de febrero los jefes de Gobierno de Nueva Delhi a Islamabad se comprometieron a buscar juntos una salida negociada al conflicto de Cachemira y a no alentar acciones que pusieran en peligro la paz en la región. Alemania, en su calidad de presidente de turno de la Unión Europea, expresó su "profunda preocupación" por lo ocurrido en Cachemira y recurrió, asimismo, al acuerdo de Lahore para invitar a ambas partes a la sensatez.
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