Fraternos
ADOLF BELTRAN Al lado de la caja, en algunas oficinas bancarias de Valencia, hay carteles de organizaciones no gubernamentales con números de cuentas corrientes para recoger ayuda de emergencia con destino a los refugiados albanokosovares. Junto a entidades de acreditada trayectoria, como Manos Unidas, se puede encontrar a Pueblos Fraternos, la ONG creada hace apenas dos años y que ya ha canalizado cerca de 300 millones de pesetas de diversas administraciones públicas, sobre todo de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), a cuyo frente está Luis Espinosa, y de la Diputación de Valencia, presidida hasta hace poco por Manuel Tarancón. Pueblos Fraternos, que preside Aurelio Hernández, alcalde de Càrcer, gerente de la empresa provincial de aguas Egevasa y miembro del consejo de administración de RTVV, es un pequeño injerto en el mapa de la solidaridad, un extraño clon del organigrama administrativo que tuvo la patronal valenciana cuando Espinosa era su secretario general, justo en el periodo por el que ahora hay abierta una investigación judicial a propósito de graves irregularidades en la gestión de los fondos de formación. Al menos dos de los cinco imputados en el caso, el ex presidente y el ex secretario de Cepymev, Cesáreo Fernández y Jesús López, respectivamente, forman parte de la asociación, cuyos conocimientos de los problemas del mundo deben de ser vastísimos, dada la variedad de países en los que ha actuado (Nicaragua, Guatemala, Bosnia, Venezuela, Irak, Macedonia...). No es la única ONG cercana al Partido Popular que ha surgido recientemente, pero sí la más activa, a juzgar por su contabilidad. La proximidad de sus miembros a quien dirige la agencia oficial que aporta el grueso de sus fondos no hace más que acentuarse con los antecedentes, los negocios, las propiedades y las relaciones laborales e ideológicas que les vinculan. La pregunta de por qué llegó un veterano y correoso hombre del aparato de la patronal valenciana a dirigir la agencia de cooperación se enciende como una centella ante el flamante despliegue de fraternidad que exhiben sus antiguos colaboradores.
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