Yeltsin confirma a Ivanov y otros ministros antes de irse de vacaciones
Borís Yeltsin se fue ayer de vacaciones a Sochi, en el mar Negro, dejando a su recién confirmado primer ministro, Serguéi Stepashin, completando un Gobierno que, en todo caso, necesitará su aprobación. El presidente ruso firmó antes los decretos que confirmaban en sus puestos a varios ministros clave, entre ellos el de Exteriores, Ígor Ivanov, ex embajador en Madrid, que habla perfectamente español y que, junto al exprimer ministro Víktor Chernomirdin, protagoniza el esfuerzo diplomático ruso para acabar con la guerra en los Balcanes.El líder del Kremlin dejó también en sus puestos a los titulares de Defensa (Ígor Serguéyev), Justicia (Pável Krasheninnikov) y Situaciones de Emergencia (Seguéi Shoigu), y ascendió a ministro del Interior a quien hasta ahora era número dos de Stepashin en ese departamento, Vladímir Rushailo. De los llamados "ministerios de fuerza" sólo falta por confirmar el jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB), puesto ocupado actualmente por un incondicional del presidente, Vladímir Putin, que, además, es secretario del Consejo Nacional de Seguridad.
En los últimos días se ha especulado con que Rushailo es un hombre próximo al magnate Borís Berezovski, que ha encontrado en la última crisis la ocasión de oro para recuperar la influencia que mantuvo hasta el hundimiento financiero de agosto de 1998, gracias a sus privilegiados contactos con Yeltsin y su familia, y a poner en el empeño su inmensa fortuna.
Berezovski gana en la crisis
De ser cierto, cobraría peso la interpretación de que el maquiavélico Berezovski, descrito a veces como el Rasputín del Kremlin, es el gran ganador de la última gran convulsión política en Rusia. No sólo ve cómo desaparece de la escena el primer ministro, Yevgueni Primakov -con el que libró y aparentemente perdió una batalla que le convirtió en prófugo y le obligó a exiliarse en Francia-, sino que logra el despido de los ministros comunistas y vuelve a recuperar su capacidad de maniobra. Los comunistas aseguran que, como en los viejos tiempos, el oligarca rivaliza en estos días clave con el que fue valido de Yeltsin, Anatoli Chubáis.
Con menos dudas aún que en el caso de Rushailo, se puede afirmar que es próximo a Berezovski el único primer viceprimer ministro hasta ahora nombrado, Nikolái Axiónenko. Puede que haya otro: Alexandr Zhukov, presidente del comité presupuestario de la Duma. La oferta inicial de Stepashin era la de ser uno de los dos vicejefes de Gobierno, y Zhukov la rechazó. Ayer proseguía la negociación, pendiente en todo caso de que Yeltsin dé el visto bueno. Porque algo está claro: el nuevo primer ministro no mostrará, al menos de momento, ningún signo de resistencia a los deseos de quien ha vuelto a ser la única referencia de poder en Rusia.
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