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GUERRA EN YUGOSLAVIA Los refugiados

La ONU espera en el banquillo

Naciones Unidas es la gran olvidada en las negociaciones sobre Kosovo

ENVIADO ESPECIALLa palabra clave es sincronización. La Alianza Atlántica está dispuesta a suspender sus bombardeos sobre Yugoslavia si el Gobierno de Belgrado acepta un calendario y un ritmo determinado de retirada de sus fuerzas de Kosovo. "La OTAN dejaría de bombardear durante 24 horas en el momento en que se produzca la retirada de determinadas unidades. El plazo se iría prolongando, de 24 en 24 horas, en la medida que la retirada de las unidades se realizara de acuerdo con un plan previsto y verificable", afirma una fuente diplomática en Naciones Unidas. El alto el fuego es el paso previo imprescindible para que el Consejo de Seguridad comience la discusión sobre cualquier propuesta de paz. En este punto, China y Rusia son tajantes, pero los diplomáticos occidentales podrían hacer coincidir el comienzo del debate en el Consejo con la detención de los ataques. En eso consiste la sincronización. Pero antes hace falta un acuerdo previo que se fragua muy lejos de la sede de la ONU en Nueva York.

Naciones Unidas ha sido, hasta ahora, la gran olvidada en las negociaciones para acabar con la crisis de Kosovo. Pese a los esfuerzos del secretario general, Kofi Annan, que no oculta su malestar por la marginación que está padeciendo la ONU, el Consejo de Seguridad sigue a la espera de lo que el enviado ruso, Víktor Chernomirdin, pueda conseguir en sus negociaciones con el presidente serbio, Slobodan Milosevic. Yugoslavia parece dispuesta a negociar una solución política en el marco de Naciones Unidas y basada en las propuestas formuladas en la reunión que el G-8 tuvo en Alemania. Pero todavía quedan algunos puntos importantes por decidir.

Según fuentes de la ONU, uno de ellos es el número y tipo de fuerzas serbias que podrían permanecer en Kosovo una vez que se produzca el despliegue de la fuerza internacional bajo la autoridad de Naciones Unidas y fuerte presencia de la OTAN. Rusia mantiene que no se puede exigir a Yugoslavia que retire "todas" sus tropas, como quiere la OTAN, de un territorio cuya soberanía no se discute. La integridad territorial de Yugoslavia, es decir, que Kosovo siga formando parte de la federación, es otro elemento esencial sobre el que Belgrado quiere garantías.

De lo que se trata, señala un embajador que sigue de cerca las negociaciones, es de que todas las partes puedan presentar el acuerdo ante sus opiniones públicas como una victoria relativa. Por ello, las posturas más radicales en ambos bandos irán siendo marginadas. China mantiene firme su intención de vetar cualquier resolución que se presente si antes no se detienen los bombardeos. China y Rusia sólo cuentan con el apoyo de Namibia en un Consejo que forman 15 países. La diplomacia rusa lo pudo comprobar el pasado 26 de marzo cuando presentó una resolución que condenaba los bombardeos de la OTAN contra Yugoslavia y que fue derrotada por 12 votos contra tres. El Consejo cuenta en estos momentos con la presencia de cinco países miembros de la OTAN -Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Canadá y Holanda- a los que apoyan Argentina, Bahrein, Brasil, Gabón, Gambia, Malasia y Eslovenia. La abrumadora mayoría con que cuenta la OTAN en el Consejo de Seguridad es, en último término, irrelevante, ya que cualquier decisión de este órgano depende del poder de veto de los cuatro países vencedores de la II Guerra Mundial y China. Todas las propuestas para reformar esta situación han caído, hasta hoy, en el vacío.

Lo que es más incómodo para los países de la Alianza es la creciente actitud crítica del secretario general de la ONU por la forma en que se están llevando las negociaciones de paz. Annan, que se negó a aceptar los criterios de EEUU al designar a sus dos enviados especiales para el conflicto, el ex primer ministro sueco Carl Bildt y el ministro eslovaco de Asuntos Exteriores, Eduard Kukan, ha visto cómo la labor de ambos diplomáticos es totalmente ignorada. Bildt y Kukan, que se reunieron con la secretaria de Estado, Madeleine Albright, en Washington, no consiguieron suscitar el menor interés periodístico sobre su misión. Ni una línea, ni una imagen, lo que demuestra la marginación de Naciones Unidas en este país y en este conflicto.

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