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GUERRA EN YUGOSLAVIA Política y diplomacia

Schröder admite que los aliados discrepan sobre la estrategia inmediata en Kosovo

La OTAN está viviendo estos días los momentos más delicados de la campaña que comenzó el 24 de marzo en Kosovo. La unidad aliada, reconocida hasta ahora como el arma más precisa y la única que no ha cometido errores, empieza a flaquear justo en el momento decisivo. Precisamente cuando algunos parecen atisbar el final de la guerra, por primera vez son las disensiones internas lo que domina en el debate público. El canciller alemán, Gerhard Schröder, lo reconoció ayer: hay "distintos puntos de vista" sobre la estrategia inmediata. Su visita a Bruselas levantó ampollas en la OTAN.

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Las piernas parece que empiezan a flaquear por los dos lados. En uno, el presidente Slobodan Milosevic ha tenido que afrontar las primeras protestas populares por el conflicto. Por primera vez se habla de manifestaciones exigiendo el retorno de los soldados yugoslavos desplegados en Kosovo. Más de quinientos, según la OTAN, hicieron caso el martes a ese llamamiento y desertaron para volver a casa.Y por primera vez desde hace semanas cunde el optimismo en torno a un acuerdo OTAN-Rusia que arrastre a Milosevic a la capitulación o una salida lo menos honorable posible. Los directores políticos del G-8 se reunieron ayer en Bonn para trabajar sobre el borrador de esa salida política, aunque los aliados advierten que habrá que esperar aún unos días para obtener el acuerdo final.

Pero es en este momento de optimismo cuando los aliados se han enzarzado, también por primera vez, en la defensa ante la galería puntos de vista distintos, cuando no opuestos. La unidad aliada no parece en peligro, pero ya no se ve monolítica. El debate público alcanza a todos. Estados Unidos aparece dividido entre un Pentágono partidario de la toma de Kosovo por la fuerza y una Casa Blanca que se aferra a la campaña aérea. El frente europeo, más delicado, vive ese mismo debate. Y otros con más matices.

Diferencias franco-británicas

El Reino Unido abrió el fuego el lunes, al defender su ministro de Exteriores, Robin Cook, la opción terrestre. Francia se echó las manos a la cabeza, porque le pareció un error político abrir esa polémica en voz alta. Ayer, el presidente Jacques Chirac señaló que cada día que pasa ve "más posibilidades de solución, en el plano diplomático y en el plano militar"

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Italia vive los momentos más delicados. El primer ministro Massimo D"Alema no ha logrado ningún apoyo claro a su propuesta de que cualquier resolución de la ONU debe ir seguida de forma inmediata de un alto el fuego para dar una oportunidad a Milosevic antes de la batalla final. D"Alema vivió ayer un tormentoso debate parlamentario en el que defendió a capa y espada la estrategia de bombardeo aéreo de la OTAN, pero antepuso la solución dialogada a la militar. Hoy estará en Bruselas para entrevistarse con el secretario general aliado, Javier Solana.

Ayer lo hizo el canciller Schröder. Pero su visita levantó ampollas. El favor que recibió hace apenas dos semanas, cuando Bill Clinton visitó Alemania para reforzar a la coalición rojiverde en vísperas del delicado congreso de los ecologistas, lo pagó ayer con el confuso reconocimiento de que los aliados están hoy menos unidos que ayer. Schröder empezó con una alusión al problema del bombardeo de la Embajada de China en Belgrado, un tema que, a ojos de la OTAN, vale más no remover. Pero el canciller lo hizo. "Hemos hablado abiertamente también de asuntos que no podemos apoyar, como el ataque a la Embajada china hace unos días. Estamos de acuerdo en que hay que investigar y aclarar qué pasó y por qué pasó. La franqueza es la base para la confianza mutua en nuestras relaciones", dijo, sentado junto a Solana, en la rueda de prensa.

Abogó después, como lo había hecho la víspera en Italia, por una "doble estrategia, militar y diplomática", para acabar con el conflicto de Kosovo. "Quiero dejar claro que no se trata de elegir entre una u otra, sino combinar ambas", subrayó. "Creo que la estrategia de la OTAN está produciendo efectos poco a poco y hemos entrado en una etapa en la que hay que dar paso a la solución política".

"Tenemos que convivir con el hecho de que la gente tiene diferentes puntos de vista; algunos quieren una pausa de la campaña aérea antes de la resolución del Consejo de Seguridad; otros creen que tiene que haber una intervención terrestre. Creo que podemos acercar todas las posiciones", dijo sin que nadie le preguntara por ello. "Desde mi punto de vista, estamos en la misma línea", aclaró después, cuando se le interrogó sobre si estaba insinuando que no hay unidad de criterio entre los aliados. "Los ministros de Exteriores tienen derecho a dar sus opiniones, pero lo importante son las decisiones que toman tanto la OTAN como la UE", aclaró. "Las decisiones de la Unión Europea son idénticas a las de la OTAN. Por supuesto, tenemos puntos de vista diferentes, pero las decisiones son idénticas", insistió.

Y dejó muy clara la posición alemana, para que nadie tuviera dudas. "El Gobierno federal es claro: rechazamos el despliegue por tierra. Ésa es la posición unánime del Parlamento", dijo. "Creo que es también la posición actual de la OTAN y sólo se puede alterar si todas las partes están de acuerdo. Y no creo que se vaya a cambiar, no hay razones para que cambie".

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