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Dos cumbres en el hospital y un "encierro" en Irlanda

El Gobierno español quiso ayer recordar otros plantones de Borís Yeltsin a mandatarios extranjeros para justificar la suspensión de la entrevista con José María Aznar. Tanto él como sus ministros de Exteriores y de Defensa, Abel Matutes y Eduardo Serra, se refirieron a esas otras cancelaciones de reuniones de alto nivel por motivos de salud y destacaron los casos del ex primer ministro alemán Helmut Kohl y los de Suecia, Irlanda y Japón, además del de Al Gore, vicepresidente de Estados Unidos.La alusión a Kohl quizá se refería a que en marzo de 1998 el presidente ruso trasladó una cumbre con el primer ministro alemán y el presidente francés, Jacques Chirac, de Yekaterimburgo a Moscú porque sus médicos le recomendaron no viajar en avión tras una gripe. Envió al aeropuerto a recibir a los líderes europeos al entonces primer ministro, Serguéi Kiriyenko. Días antes había cancelado por enfermedad la cumbre de la Comunidad de Estados Independientes, la confederación heredera de la antigua Unión Soviética.

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Al primer ministro japonés, Keizo Obuchi, sólo le dio plantón en una cena en su honor, pero al día siguiente, el 13 de noviembre pasado, Yeltsin se entrevistó con él. Más sangrante fue el encierro del líder del Kremlin en el avión en el que aterrizó en Dublín en octubre de 1994. Allí le esperó, a pie de escalerilla y durante 20 minutos, el presidente del Gobierno irlandés Albert Reynolds.

Los portavoces rusos arguyeron una ligera indisposición y una alta presión arterial. Reynolds no pudo verle y ya en Moscú, Yeltsin explicó, muerto de risa y con síntomas de padecer una monumental resaca, que se había quedado dormido y que los guardaespaldas, a los que prometió castigar, no le habían despertado.

Respecto al vicepresidente Gore, también sufrió un plantón en julio de 1996. Yeltsin canceló una reunión con él para retirarse a descansar tras padecer, según la versión del Kremlin, "bronquitis y un resfriado". Eso sí, al dia siguiente recibió a Gore en un sanatorio donde el segundo de Bill Clinton le encontró "en muy buena forma".

Algo parecido le sucedió al presidente chino, Jiang Zemin, en noviembre de 1998. Una neumonía (dolencia bastante más grave que una bronquitis) no impidió que se celebrase la cumbre entre los dos líderes. Eso sí, tuvo lugar en el hospital de Moscú donde Yeltsin estaba ingresado desde un día antes.

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