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52º FESTIVAL DE CANNES

Forest Whitaker

Se burla Jarmusch, con estupendo uso de la mano izquierda, de los filmes revientanucas de Oliver Stone, Robert Rodríguez, Quentin Tarantino y compañía, pero se las arregla para que esa burla no lo sea de sal gruesa y mantengamos siempre algún resto de temor y de temblor ante la prodigiosa composición de Forest Whitaker, oscuro samurai contemporáneo, que ha cambiado la espada por el pistolón del killer en serie. La seriedad y severidad de este sorprendente actor, que en Bird logró una de las más elevadas interpretaciones del cine moderno, es la piedra sobre cuya dureza puede Jarmusch elevar el edificio de Ghost dog sin que se venga abajo como un castillo de naipes. El actor, tal vez el más desaprovechado del cine norteamericano, se convierte así en dueño fundamental de la autoría profunda de la película.

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Jim Jarmusch resuelve con humor un relato áspero y truculento
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