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La UCA revisa la oratoria de Castelar y su trayectoria política y literaria

A pocos días del centenario de su muerte, el 25 de mayo, la Universidad de Cádiz y la Fundación Municipal de Cultura han decidido que un grupo de profesores analice los aspectos más destacados de la trayectoria política y literaria de Emilio Castelar (1832-1899), republicano y liberal gaditano que fue presidente de la I República cuatro meses en 1873, hasta que el general Pavía disolvió por las bravas el Parlamento. Todos las conclusiones de las jornadas de estudio, que comenzaron ayer, confluyen en el mismo punto: la brillantez de su oratoria como vehículo de transmisión de las ideas más progresistas de la época. "El prodigioso príncipe de la elocuencia" lo llamó Rubén Darío, o el andaluz "que más ha ensanchado el idioma de Cervantes, Lope y Calderón", según Azorín. Su primer discurso de éxito lo pronunció con 22 años en un acto convocado por Juventud Liberal en el Teatro Real de Madrid, bajo el reinado de Isabel II, para definir qué era la democracia. Su verbo fácil apabulló a los asistentes. Comenzaba así una carrera política, literaria, docente y periodística que le llevaría a fundar el periódico La democracia, en 1884, una publicación que fue clausurada por el gobierno. De la parcela biográfica de Castelar, con especial atención a los primeros años de su vida, se encargó ayer la profesora de Teoría de la Literatura María del Carmen García. El caso de Castelar es un ejemplo de lo erróneo de las teorías de los especialistas que consideran que la retórica y la oratoria eran prácticas en regresión y en crisis en el siglo XIX. Así lo entiende José Antonio Hernández, coordinador de las jornadas, y encargado de diseccionar la oratoria del político gaditano. "Fue el siglo en el que se desarrolló más la retórica, como lenguaje pragmático, eficaz o persuasivo, en los planes de estudio, y Castelar demostró que la oratoria conseguía que el público sintonizara con los mensajes", dice Hernández, quien añade: "En su boca, la palabra era un arma para el enemigo. Le temían en el Parlamento". El profesor de la UCA cree que el cruce permanente de civilizaciones y la pronunciación suave convierten a Cádiz en cuna de grandes oradores como Eduardo Benot, José Joaquín de Mora, Adolfo de Castro o José María Pemán. Como político, Castelar apostó por la federación Ibérica y fue "el primer mediterranista", indica el historiador Alberto Ramos, quien destacó anoche en su conferencia "su apuesta por el sufragio universal, su reclamación para limitar poder político de la Iglesia y su importante concepto de nación, que le llevaba a admitir una monarquía democrática antes que una república que rompiera la unidad del Estado". No fue Castelar un político al uso: cumplió su promesa y abandonó la política al implantarse en España el sufragio universal y en su testamento político, recuperado por el profesor Ramos, mantuvo intactos sus postulados a la vez que abogaba por dar más oportunidades a los jóvenes. Como literato, Castelar no aparcó su faceta política y practicó una literatura militante, libros "como armas de combate", destaca Alberto González Troyano, profesor de Literatura. "Su exuberancia verbal y un cierto aire cándido han envejecido hoy su obra", dice González, quien remarca "la curiosidad renacentista" que lo caracterizaba. Hoy hay una mesa redonda y la presentación del libro de Rubén Darío sobre Castelar.

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