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Siete de cada diez madres tienen sus primeros hijos con más de 30 años en la comunidad autónoma

Cada vez resulta más difícil convencer a una mujer para que tenga un hijo antes de los 30 años, pero en la comunidad autónoma esta demora en la maternidad es especiamente acusado. Siete de cada diez mujeres tienen su primer hijo entre los 30 y los 39 años, según un estudio realizado por Osakidetza sobre embarazo y parto para constatar cómo ha evolucionado este área sanitaria en los últimos seis años. Desde 1992, el número de mujeres que deciden ser madres a partir de los 30 ha experimentado un aumento imparable: del 51,21% se ha pasado al 70,07% de 1997.

Entretanto, el porcentaje de mujeres de 18 a 29 años que tienen hijos ha descendido en la misma proporción, situándose en el 27,13% en 1997, frente al 47,11% con que se partía ende 1992. Un 0,25% de los recién nacidos correspondió a madres adolescentes (con menos de 17 años) y un 2,55% a mujeres mayores de 40 años, un porcentaje que supone, dentro de su modestia, el doble de casos que en 1992. La progresiva incorporación de la mujer al mundo del trabajo y la prolongación de sus estudios ha retrasado la maternidad. Estas son las razones más esgrimidas por los especialistas para explicar el fenómeno. "Desde el punto de vista social es algo muy bueno, pero desde el punto de vista sanitario no lo es tanto. Para al sistema sanitario este fenómeno sí que genera problemas de atención", señala el director de Asistencia Sanitaria de Osakidetza, Jon Darpón. Y es que el retraso de la edad materna conlleva más posibilidades de que se practiquen cesáreas (de cada 100 partos, en 15 fue necesaria esta intervención el año pasado) y de que aumenten los riesgos para la salud de la madre y del bebé. El informe del Servicio Vasco de Salud se aportará como documentación al futuro Plan de Salud de Euskadi, en cuya elaboración ya ha empezado a trabajar el Departamento de Sanidad, que marcará las directrices para los próximos años. El estudio refleja una progresiva disminución de los nacimientos desde 1992 hasta 1995. A partir de ese año se inicia una lenta inversión de la tendencia, que lleva a una ligera recuperación de la natalidad en 1996 y 1997, en los que se registraron 15.890 y 16.325 nacimientos respectivamente. En 1996, un 47% de los nacimientos se situó en mujeres entre 30 y 34 años. Mortalidad materna La mortalidad materna, que es uno de los indicadores directamente relacionados con la atención sanitaria que se dispensa a las embarazadas, se situó en un tasa del 6,24 por cada 100.000 nacidos vivos. En el plazo 1989-1996 se han producido ocho muertes de mujeres como consecuencia de enfermedades del embarazo, parto y del periodo inmediatamente posterior al alumbramiento. La tasa de mortalidad infantil es la de mayor relevancia sanitaria. Mide el riesgo de fallecimiento antes de cumplir el año de vida, con la particularidad de que se refiere a los recién nacidos vivos y no al total de la población infantil. En el periodo 1992-1996, una media de seis niños murieron por cada 1.000 que nacieron vivos. 1992 fue el peor año con 109 defunciones. Una de las consecuencias del retraso de la edad maternal ha sido el aumento de niños que nacen con un peso inferior a la media. En la actualidad, siete de cada cien niños nacen con menos de 2,5 kilos, cuando la media se sitúa entre los 3 y los 4 kilos, dependiendo de si se trata de un varón o de una hembra. En 1992 sólo se daban cinco casos de bajo peso en recién nacidos. "Existe una relación directa entre el bajo peso y la edad de la madre. A más edad, las mujeres tienen peores condiciones físicas para desarrollar la maternidad. El bajo peso también puede tener cierta relación con el hábito tabáquico y con el hecho de que las embarazadas sigan trabajando casi hasta el último instante", señala Jon Darpón. En relación al tabaco, un 40% de las gestantes disminuye su consumo habitual durante el embarazo, mientras que cerca de un 50% lo abandona totalmente, según el estudio de Osakidetza. Las cesáreas también han aumentado con el retraso de la maternidad. Esta intervención se realizó en el 15,71% de los 13.675 nacimientos controlados por el servicio vasco de salud el año pasado. Los hospitales públicos supervisan el 86,8% del total de embarazos que se producen en Euskadi. Del resto se ocupa la medicina privada. Amniocentesis El porcentaje de cesáreas en los centros privados es superior al de los públicos. Según Osakidetza, esta situación se produce, en parte, por una menor disponibilidad de recursos en las clínicas privadas, y también, probablemente, por la práctica de una medicina defensiva ante posibles demandas judiciales en el caso de que se produzcan problemas en el parto. La cesárea se realiza cuando hay una incapacidad de la mujer para dar a luz por la vía natural o cuando existe el riesgo de que el bebé sufra algún daño en el parto. En la totalidad de los centros públicos donde se presta atención maternal se posibilita que la mujer que lo desee tenga anestesia epidural. Además, desde hace dos años se oferta la prueba de la amniocentesis a todas las embarazadas con 35 años cumplidos en la fecha de la última menstruación. Este estudio, que permite la detección de las anomalías cromosómicas, también se realiza a las embarazadas con menos de 35 años que presenten alto riesgo, como en los casos de antecedentes familiares de anomalías congénitas o enfermedades hereditarias.

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