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La semana negra de CiU

Francesc Valls

"Las cosas se están torciendo". De esta manera tan gráfica describía un dirigente de Convergència la semana negra -la última- que ha atravesado la coalición. El primer tropiezo fue el conocimiento público y posterior retirada por parte del Gobierno de CiU del proyecto de decreto que suponía en la práctica la desaparición del consorcio de emisoras de COM Ràdio. El colofón lo puso Josep Lluís Carod-Rovira con la rocambolesca liquidación de la comisión de autogobierno en el Parlament, en la que tantas esperanzas político-electorales había depositado CiU. El prólogo a esta semana, coinciden en señalar diversas fuentes, fue la frase de Jordi Pujol de que "la libertad de expresión tiene que usarla la gente bien y no para contar mentiras". Ahí el presidente abandonó, aseguran los propios convergentes, cualquier atisbo de criterio científico para decir lo que pensaba: que hay emisoras que cuentan mentiras. Esa frase, con los ánimos encrespados por la retirada de tres licencias a la COPE, fue premonitoria de una semana que no iba a enfilar bien. Y las cosas continuaron por el terreno de la radiofonía. El proyecto de decreto que amenazaba la continuidad de COM Ràdio fue dado a conocer por los medios de comunicación el día después de que el presidente de la Generalitat regresara de su viaje a Japón. La victoria desde el punto de vista político electoral de haber regresado con tres inversiones niponas bajo el brazo fue empañada a las 24 horas por el tema COM Ràdio, una corporación impulsada por la Diputación de Barcelona, gobernada por el PSC e IC-V, y en la que participan un centenar de ayuntamientos. No es un acierto político que, con el frente abierto con la COPE y en vísperas de elecciones municipales, se desempolve un decreto que limita la autonomía municipal en el terreno de la radio, aseguran desde UDC. El asunto ha desagradado dentro de la propia coalición. En numerosas tertulias radiofónicas, destacados militantes de CiU se han visto obligados a utilizar como argumento el hecho de que el proyecto estaba en fase embrionaria. CiU consiguió que toda la oposición hiciera piña crítica contra su propuesta entre acusaciones de atentar contra la libertad de expresión. Y tras el error, la retirada. 24 horas después de conocerse el contenido, el Gobierno volvía a guardar el proyecto. Todo eso sucedía el jueves de la semana pasada, el mismo día que en el Parlament se resquebrajaba la esperanza de frente nacionalista. El secretario general de ERC, Josep Lluís Carod-Rovira, a quien CiU había cedido la presidencia de la comisión parlamentaria sobre el autogobierno decidía liquidarla ante el enojo de Convergència i Unió. "Con su actitud, Carod ha demostrado que no es de fiar", asegura un dirigente de CiU con la vista puesta en los pactos para formar mayoría tras las próximas elecciones autonómicas. ERC ha dinamitado una comisión de gran rentabilidad política para CiU, ya que le permitía poner en escena su cara nacionalista y marcar distancias con sus socios del PP. "Todo el mundo sabía que no se iba a conseguir nada", manifiesta otro dirigente de la coalición, "porque para lograr algún resultado y antes de que empiece a trabajar una comisión de estas características se requiere una serie de contactos entre partidos y de planteamientos que no se han producido en este caso". En palabras de otro destacado miembro de CiU, "la comisión había sido planteada en el terreno táctico, en un año electoral; por ello resulta difícil entender cómo la oposición y especialmente los propios socialistas dejaron que se constituyera". La suspensión sine die de los trabajos de la comisión perjudica a CiU, que se ve privada de uno de los ejes de su campaña electoral: el autogobierno. A ello se suma, además, el consenso opositor que ha resucitado el caso de COM Ràdio. "No estamos pasando por nuestro mejor momento", dicen desde la coalición, donde, con todo, confían en que la semana negra sea un paréntesis: "Hemos de seguir demostrando que llevamos la iniciativa y marcamos los grandes debates".

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