Contra la pena de muerte
(...) Hoy prácticamente todas las democracias occidentales, así como muchos otros países, han abandonado la pena capital. La mayoría de los que todavía la practican con mucha frecuencia, como China o Irán, son Estados autoritarios sin sistemas judiciales independientes. La más provocativa excepción a esta tendencia, y la más notable, es Estados Unidos. Para irritación de muchos de sus aliados, el Gobierno americano defiende regularmente la pena de muerte en los foros internacionales (...) A pesar de los voluminosos estudios académicos sobre ejecuciones y niveles de criminalidad en EE UU, no hay una evidencia sólida de que la pena de muerte sea más efectiva evitando asesinatos que largos períodos en prisión. (...) Seguramente la muerte debe disuadir a alguien. Pero el tipo de persona que asesina está raramente dotada, o en un estado emocional poco aconsejable para calcular las consecuencias. Para aquéllos que sí lo están, unas décadas en la cárcel pueden ser una disuasión tan fuerte como la lejana perspectiva de una ejecución. (...)
Contra los dudosos beneficios de la pena capital deben ser presentados sus indudables inconvenientes. Incluso en EE UU, con todas sus garantías legales y su complejo sistema de apelaciones, no ha sido posible aplicarla con justicia. Lo peor de todo es que es irrevocable. Los errores no pueden ser rectificados. Estados Unidos, como otros países que aplican la pena capital, ha ejecutado inocentes. Este es un precio muy alto que pagar por un castigo innecesario. (...)
, 15 de mayo
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