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"Borrell ha elevado mucho el listón moral"

A las siete de la tarde del pasado viernes, pocas horas después de que Borrell anunciase su renuncia, Joaquín Almunia preparaba en Palma de Mallorca su intervención para el mitin de la noche. A pesar del golpe, el secretario general, ahora con todo el peso del partido sobre sus hombros, sigue a su ritmo y no ahorra generosidad al valorar el gesto de su compañero.Pregunta. ¿Era necesaria la dimisión de Borrell por el tipo de acusaciones que estaba recibiendo? ¿Hacía falta un precio tan alto?

Respuesta. Estas semanas he hablado mucho con Borrell, en particular en estos últimos días y horas antes del anuncio de su dimisión, y siempre le he dicho que no creía que esa decisión fuese ni muchísimo menos proporcionada. Creo que el asunto Aguiar-Huguet es un asunto feo, pero Borrell es una persona perfectamente íntegra y no hay nada que se le pueda reprochar en su honestidad personal ni para limitarle en su tarea como candidato del PSOE a la Moncloa

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P. ¿La dirección del partido estaba en contra de la dimisión?

R. Al final estas decisiones son decisiones personales, y si una persona llega a la convicción de que debe dimitir -y no sólo por razones personales, sino en aras del interés del partido tal y como esta persona lo interpreta- los argumentos que le hayamos podido aportar hasta el último minuto siempre chocan con esa decisión del interesado. Es muy difícil, por no decir imposible, que nuestro criterio político como dirección hubiese podido anteponerse y anular su criterio personal.

P. ¿Si usted hubiera estado en su lugar hubiera dimitido?

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R. Es muy difícil ponerse en la piel del otro. Yo le he dicho estos días a Pepe Borrell que trataba de meterme en su piel pero entendía que era una situación extraordinariamente difícil. Es muy difícil saberlo, no me atrevo a decirlo.

P. ¿Puede haber influido en la decisión de Borrell la situación de soledad o la falta de apoyo que encontró en el partido tras ganar las primarias?

R. No, yo creo que los desajustes lógicos que produjeron las primarias, como todo instrumento nuevo, fueron desajustes evidentes y conocidos por todos pero que los conseguimos superar. Desde el otoño del 98 hasta ahora creo que hemos venido funcionando, si no a plena satisfacción, porque eso siempre es difícil afirmarlo, sí de manera muy satisfactoria.

P. ¿Cómo queda ahora Borrell políticamente?

R. Borrell como persona, cobra, a partir de su decisión, una nueva dimensión, una dimensión más positiva. Creo que ahora la gente valora más a Borrell como persona que hace tres días. Todos los rasgos humanos que ha mostrado al hacer pública su renuncia quizás no se conocían suficientemente. Se conocía su brillantez, su capacidad intelectual, de trabajo y de gestión, pero la categoría humana que ha mostrado ahora se ve con mayor claridad que antes de la rueda de prensa del viernes. Su futuro como político lo tiene que decidir él.

P. ¿Pero usted cree, por ejemplo, que ahora alguien le invitará a participar en algún mitin?

R. No lo sé.

P. ¿Usted le invitaría?

R. Invitaciones seguro que va a tener las que ya tenía y probablemente otras. Si tiene ganas de participar en la campaña es algo que habría que preguntarle a él.

P. En las pocas horas que han transcurrido desde el anuncio de la dimisión de Borrell se han producido muchas manifestaciones elogiosas hacia su gesto desde formaciones políticas muy dispares.

R. Yo creo que en momentos como éstos se percata uno de la calidad humana de las personas. En política hay diferencias y yo creo que debe haberlas. Pero dentro de cada partido político, sea de derechas o de izquierdas, hay mejores personas y personas no tan buenas. Desgraciadamente, en la reacción de algunos portavoces del PP, más que una discrepancia política lo que se ha visto es una gran miseria. En lo humano, en lo personal.

P. ¿El hecho de que desde fuerzas políticas tan distintas se destaque tanto este aspecto moral puede llevar a una revisión del comportamiento de los políticos?

R. El debate sobre la ética en la política está abierto en España y en otras muchas democracias desde hace 10 años, desde finales de los 80. Cuando desapareció el comunismo como modelo alternativo a las democracias parlamentarias, todas las fuerzas políticas democráticas hemos empezado a exigirnos más a nosotros mismos al haber desaparecido el adversario de referencia que había estado presente durante casi todo el siglo XX. Y lo que sí es evidente es que decisiones como la de José Borrell elevan mucho el listón de la exigencia moral de los políticos y de la exigencia de un comportamiento en la vida pública. Y a mí eso me parece excelente. Me parece un servicio impagable que presta José Borrell con esta decisión, por otra parte tan dolorosa.

P. ¿Se puede comparar la renuncia de Borrell con la de Willy Brandt, que dimitió tras descubrirse que su secretaria era una espía de la Alemania comunista?

R. Sin duda. Ambos renunciaron no por sus responsabilidades personales, sino por haber pecado por exceso de confianza con colaboradores suyos. Estamos en ambos casos en un alto nivel de autoexigencia que contrasta con el de otros políticos que no se consideran responsables cuando son ellos mismos los que cometen irregularidades. A mi modo de ver es algo enormemente injusto. Y esa vara de medir injusta que tanto utiliza la derecha sólo encuentra compensación tanto en uno u otro caso en que son políticos que pasan a la historia.

P. ¿Y cómo puede aprovechar el partido este capital político que deja Borrell?

R. Nosotros, aparte de trabajar para ganar las próximas elecciones, de apoyar desde la dirección del partido a nuestros miles de candidatos y candidatas, de cumplir con nuestra obligación, creo que tenemos un compromiso: a partir del guante que nos ha tirado José Borrell con su dimisión tenemos un compromiso para extremar la vigilancia y el cuidado de nuestras propias filas, para impedir que se vuelvan a acercar siquiera a nosotros personas que confundan la política con su lucro personal. Por otra parte, creo que tenemos una legitimidad muy fuerte para exigir a otras fuerzas políticas que se apliquen la lección. Para preguntarle a Aznar por qué miró para otro lado cuando el número dos de su gobierno en Castilla la Mancha, su consejero Pérez Villar, hacía lo que hacía. O por qué mira para otro lado cuando se habla del caso Zamora. O por qué Piqué, hoy mismo, media hora después de la dimisión de Borrell, todavía se permite el lujo de no sentirse aludido por ese imperativo moral. O por qué Loyola de Palacio se cree que no tiene que responder por sus cuatro colaboradores directos en el ministerio que están implicados en la mafia del lino. Creo que después de la dimisión de Borrell esas preguntas es mucho más difícil que no las conteste el Gobierno del PP.

P. Si aplicamos el listón que se ha autoexigido o se ha autoimpuesto Borrell ¿cómo cree que quedarían todas esas personas que usted ha citado?

R. Mire, con el listón que ha fijado Borrell -y que es muy elevado pero no mucho más que el que se le ha aplicado por ejemplo a la Comisión Europea hace pocas semanas o el que se ha aplicado en otros países de la Unión Europea para exigir cuentas y responsabilidades a dirigentes políticos o a cargos públicos- Aznar está obligado a explicarnos qué pasó en Zamora en 1987 y que pasó con Pérez Villar. Piqué está obligado a explicarnos muchas cosas: cuál ha sido su comportamiento como contribuyente en los últimos 12 años, cómo ha sido su comportamiento como ministro a la hora de repartir subvenciones, cuál ha sido su papel en la empresa Ercros que está siendo objeto de un procedimiento judicial. El señor Arias Salgado nos tendría que explicar no sólo sus flagrantes desastres de gestión sino también por qué tiene una empresa para administrar su patrimonio y por qué oculta esa empresa en su declaración de intereses y de patrimonio en el Congreso. Doña Loyola de Palacio tiene que explicarnos qué sabe de don Nicolás López de Coca, qué sabe del director general de Ganadería que ella nombró y que todavía sigue en su puesto, qué sabe de las subvenciones al lino en relación a los dos señores anteriores o al actual delegado del Gobierno de Castilla la Mancha, o del director financiero de Mercasa... Y tantas otras preguntas sin respuesta por ahora, porque los ciudadanos no van a admitir que esas preguntas queden sin respuesta.

P. Entonces, en este sentido, a usted le parece positiva la decisión de Borrell.

R. Hombre, yo lamento profundamente la decisión y le he pedido que no la tomase, pero una vez tomada, sin duda creo que con esa lección de coherencia y de dignidad como político, sitúa preguntas muy incómodas ante adversarios políticos que piensan que pueden pasar por el poder sin mirar a aquellos a quienes representan y sin dirigirles la palabra.

P. ¿Con Borrell estamos ante un político de mandíbula de cristal, de un problema de su equipo o de una autoexigencia moral muy elevada?

R. Sin duda el nivel de autoexigencia moral de José Borrell es elevado. Incomparablemente más elevado y más exigente que el que se aplican los señores de la derecha y del PP.

"El próximo congreso no será antes del otoño del 2000"

P. ¿Han sido un fracaso las primarias?R. No, no. En absoluto. Mire, no confundamos a Aguiar con las primarias, por favor. Cuando Aguiar o Huguet hacían lo que hacían, nadie hablaba de primarias en España salvo algún intelectual en algún artículo académico. Las primarias están permitiendo que en estas elecciones miles de candidatos estén trabajando con mucha más vinculación con sus bases. Los ciudadanos no quieren que la democracia sea un asunto que lo manejen unos pocos. La dimisión de Borrell no tiene que ver con las primarias, tiene que ver con dos colaboradores suyos de hace unos años que le han sido, le fueron y le han seguido siendo extraordinariamente desleales.

P. Entonces, ¿volverán a hacer elecciones primarias?

R. Eso tiene que decidirlo el congreso del partido y todavía falta mucho para el congreso del partido. Las primarias fueron una decisión del 34º Congreso, y el próximo congreso no se celebrará antes del otoño del 2000.

P. Entonces, ¿cómo sustituirán a Borrell, qué mecanismo emplearán?

R. Está previsto en nuestras normas. El Comité Federal, el órgano máximo entre congresos, tendrá que tomar la decisión, y esta decisión se tomará, por supuesto, después de junio, una vez hayan pasado las elecciones.

P. ¿Y el portavoz del partido en el Parlamento?

R. Eso es una decisión que compete proponer a la ejecutiva federal y aprobarla el grupo parlamentario.

P. ¿Esta crisis no reabre de nuevo el debate sobre la sucesión de Felipe González? R. Mi única preocupación ahora es intensificar nuestro esfuerzo si cabe ante las elecciones municipales, autonómicas y europeas. Mi única preocupación en este momento es apoyar a los miles de candidatos y candidatas en los municipios, a los 13 candidatos y candidatas en las elecciones autonómicas, a Rosa Díez como candidata en las europeas, y a todos los que les acompañan en las listas. Eso es lo importante, no nos vamos a distraer.

P. ¿Usted está dispuesto a volver a ser candidato?

R. Insisto en que no me voy a dedicar ni un solo segundo a pensar en otra cosa que no sean las elecciones del 13 de junio.

P. Estos días se habla también de José Bono, de Rosa Díez, de la vuelta de González.

R. Si me repite la pregunta, no tengo más remedio que repetirle la respuesta. La única quiniela que me importa en este momento es si vamos a ganar las elecciones por tres o por cuatro puntos. P. ¿Entonces, por ahora no van a nombrar candidato a la Presidencia del Gobierno? R. Mire, hay una candidata magnífica para las elecciones europeas, que se llama Rosa Díez; hay una candidata magnífica en Madrid que se llama Cristina Almeida, y un candidato aquí en Baleares que se llama Francisco Antich, y así podría seguir. Esos son los candidatos y candidatas que me interesan. Como diría un conocido político catalán, hoy no toca hablar de otros candidatos que no sean los del 13 de junio.

P. No diga esto del no toca porque molesta mucho.

R.

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