Los diestros portugueses reclaman la muerte de los toros en la lidia
La tradición se impone a una ley de 1928
Un pequeño pueblo, con menos de 2.000 habitantes, puede cambiar el rumbo de la historia taurina en Portugal. Ni la prohibición de matar a los toros en la plaza, decretada en 1928, ni la dictadura salazarista han impedido que la localidad de Barrancos, situada junto a la frontera de Huelva, mantenga una tradición que se conserva desde hace más de 300 años. El pasado verano, los barranqueños violaron una orden judicial que pretendía impedir la estocada final a los toros y su justificada obstinación ha llevado hasta el Parlamento un polémico decreto, pendiente de aprobación, que autorizaría, de forma excepcional, la muerte del astado para preservar las tradiciones de algunos pueblos.El aplazamiento de la votación, prevista para el pasado día 6, ha desatado las protestas de los diestros portugueses y los aficionados a la fiesta brava, quienes han exigido "terminar con la hipocresía" de las autoridades y "legalizar la muerte del toro". Los defensores de la "corrida integral" no quieren acabar con la fiesta a la portuguesa, ni mucho menos, sino preservar "la tradición ibérica".
A excepción de Barrancos, la fiesta a la portuguesa sólo autoriza la lidia con banderillas, pero sin picadores. Después, una cuadrilla de forcados esperan la embestida del toro, siempre con los pitones embolados, para sujetarlo por los cuernos e intentar derribarlo. La estocada final es simulada con una banderilla.
La tradición de Barrancos ha provocado un polémico precedente. La presidenta de la Liga para los Derechos de los Animales, María do Céu Sampaio, sostiene que es necesario erradicar "las tradiciones bárbaras". "Me gustaría", dice, "que Portugal entrase en el próximo milenio demostrando su máximo respeto por todos los seres vivos". Sin embargo, sus posiciones no son compartidas por los aficionados a la fiesta.
El médico veterinario y crítico taurino del diario Público, Domingos Xavier, esgrime que la estocada final "forma parte de la tradición ibérica y en Barrancos ha sido así desde hace más de 300 años". Más concreto se muestra el torero Rui Bento: "La gente, aquí, no acaba de entender que los toros sufren más con las corridas a la portuguesa. Los animales no son picados, pero reciben banderillas, con lo cual sufren hasta que llegan al matadero. Y si la corrida es un sábado, permanecen agonizantes hasta el lunes. Eso es así y nadie puede negarlo".
Injusticia histórica
"Nosotros sólo reclamamos", dice Rui Bento, "que nos autoricen diez o doce faenas por año donde podamos matar al toro en nuestro país. Ya es hora de que acabemos con la emigración de los toreros y la hipocresía de Portugal. No queremos acabar con la fiesta a la portuguesa, sino que se mantengan y, además, sean autorizadas corridas mixtas. ¡Ya es hora!".Pedrito de Portugal califica el asunto como "una injusticia histórica". "Es absurdo", dice, "que nos den el carné de matador y nos impidan ejercer nuestro trabajo". Como no podía ser de otra forma, el diestro Víctor Mendes, una de las grandes figuras del toreo portugués, defiende la "corrida integral" y lamenta, no sin cierta irritación, la hipocresía de las autoridades: "Yo he recibido una de las más altas distinciones del Estado portugués, después de 25 años en la profesión y tras lidiar más de 2.500 toros. Sin embargo, no he podido matar un toro en mi país. He visto cómo decenas de aficionados, algunos muy conocidos, frecuentaban las plazas españolas. Siento mucha amargura, porque soy portugués, soy un patriota, pero la fiesta en Portugal es una verdadera mierda. ¡Dilo así! Por el contrario, España me ha dado todo como matador".
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