Entre el sarcasmo y la vergüenza
La aparición de la pena de muerte en la mayor parte de los Estados Unidos de América se ha convertido en algo cotidiano en nuestros medios de comunicación. Menos conocido, sin embargo, es su uso en el caso de los menores de edad; esto es, aquellas personas que tenían menos de 18 años en el momento de cometer el crimen por el que fueron condenadas.Dicha práctica, que se valora como un anacronismo en prácticamente todo el mundo (sólo otros cinco países la han llevado a cabo en esta década), permanece en la legislación de casi la mitad de los Estados de esta nación. De ellos, 15 tienen menores de edad en espera para ser ejecutados.
Se da la paradoja de que un país que se tiene por líder en la defensa de las libertades es el único, junto con Somalia, que aún no ha ratificado sin reservas la Convención sobre los Derechos del Niño. Esta declaración condena expresamente la imposición de la pena capital y la prisión perpetua a menores. Contra la actual tendencia, y en oposición a las leyes internacionales, la continuidad de esa forma de castigo desproporcionado constituye un sarcasmo de cara a la comunidad internacional y una vergüenza para quienes lo aplican.-