Lo cotidiano
Abro un grifo para lavarme las manos. Puedo hacerlo con agua fría o caliente. He salido a la calle para comprar el pan y EL PAÍS. He leído. En el supermercado había cientos, miles de artículos. He comprado leche, yogures, galletas... Qué fácil. Cosas cotidianas a las que no damos importancia y que hoy, sí, hoy, me parecen maravillosas por contraste. ¡Qué imposibles para miles y miles de personas, columnas de refugiados, dolorosas caravanas en busca de no sé qué, viaje a ninguna parte! Con todo perdido. Su rincón favorito, sus libros, su ventana a la calle, las humildes cosas de un hogar llenas de calor y de color, de humanidad, de personalidad, que el tiempo hace entrañables... Pudiendo decir, con Miguel Hernández: "Tanto dolor se agolpa en mi costado, que por doler me duele hasta el aliento". Terribles miradas vacías las que nos traen, a diario, la prensa y la televisión. ¿Por qué?- .
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