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Todos los concejales de la oposición abandonan el pleno ante la "intransigencia" del alcalde

Antonio Jiménez Barca

El penúltimo pleno antes de las elecciones resultó particularmente tormentoso. En medio de una encendida discusión sobre el futuro uso de los terrenos ocupados por la cárcel de Carabanchel, un grupo de vecinos comenzó a gritar, y el alcalde, José María Álvarez del Manzano, ordenó expulsarles. La oposición (IU y PSOE) pidió la palabra, pero el alcalde se negó: "Después de mí no habla nadie más de este asunto". Los concejales de la oposición decidieron entonces, ante la "actitud intransigente", seguir a los vecinos en su camino hacia la calle.

Los concejales acumulaban ocho largas y agotadoras horas de discusiones variadas. Y llegó el punto sobre el uso futuro del suelo de la vieja cárcel, en el que miles de vecinos y la izquierda municipal quieren abrir un hospital, mientras el PP ha previsto 3.000 viviendas. Habló Julián Rebollo, de IU: "Hagan caso a los 32.000 residentes que, en un referéndum popular, han reclamado un centro sanitario"; le siguió Ruth Porta, del PSOE, que calentó los ánimos del alcalde: "Hace pocos días, usted, señor alcalde, dijo que la zona podría albergar un hospital. Siempre se han negado, pero ahora, que llegan las elecciones y nueve días después del referéndum popular, ¡qué casualidad!, cambian de opinión. Explíquelo usted mismo, no delegue en nadie, no juegue al escondite".Álvarez del Manzano no entró al trapo: "Tiene la palabra el concejal de Urbanismo, Ignacio del Río". Éste recordó que si el Estado cede el suelo al Ayuntamiento no habrá problema en destinar todo el terreno a "un parque, un hospital o lo que necesite la ciudad". Pero especificó que Instituciones Penitenciarias "puede necesitar el terreno recalificado para venderlo y pagar así nuevas cárceles". Y añadió: "Además, la ubicación de los hospitales no la decidimos nosotros, sino el Ministerio de Sanidad". Y aquí se reservó la palabra el alcalde: "Yo he hablado con altos cargos de Sanidad y les he planteado la posibilidad de que se pueda construir ahí un centro sanitario, pero es sólo una posibilidad". Los cuatro miembros de asociaciones vecinales de la zona que escuchaban el pleno en las butacas destinadas al público empezaron a gritar: "Especulador, alcalde, especulador, cambie el uso del suelo para que no se construyan viviendas".

El alcalde, enfadado, ordenó silencio. Rebollo y Porta, con la mano alzada, reclamaban su turno de palabra (generalmente, cada concejal puede intervenir en dos ocasiones durante el debate de un punto). Pero el alcalde estaba más ocupado en mandar a la policía que desalojara a los cuatro vecinos díscolos, a los que se les sumó un quinto de la Plataforma Salvemos la Casa de Campo. Griterío

El pleno se convirtió en un griterío de zarzuela: vecinos insultando al alcalde, concejales pidiendo el uso de la palabra, el alcalde ordenando calma a chillidos y policías obedientes rogando de buenas maneras a los alborotadores que desalojaran la sala. A Álvarez del Manzano, entonces, se le oyó por encima del jaleo: "Después de mí ya no habla nadie más de este asunto". Y mientras los vecinos abandonaban la grada, Juan Barranco, portavoz del PSOE, se acercó a los bancos de IU: "Nosotros nos vamos". Franco González, de IU, recogió el guante: "Nosotros también". Y la oposición dejó plantados al alcalde y los ediles del PP frente a una veintena de proposiciones aún pendientes de discusión. El alcalde advirtió al contemplar la desbandada: "Quedan denegadas las propuestas de la oposición".

Ya en los pasillos, Barranco y González expusieron sus razones: "Es la primera vez en 20 años de democracia que la oposición abandona un pleno. Y lo hace por un acto intransigente y antidemocrático de alguien antidemocrático. El alcalde rechaza el referéndum de 32.000 vecinos sobre la cárcel de Carabanchel y acepta otro entre 400 prostitutas de la Casa de Campo", denunció Barranco. "El comportamiento del alcalde no sólo ha sido intransigente, sino fascistoide, propio de alguien a quien no le agradan las demandas vecinales", secundó González. Al regidor se le notó nervioso a lo largo del pleno, tal vez por la repercusión de sus declaraciones sobre Barcelona y el Día sin Coches. Ejemplo: regañó a gritos en dos ocasiones a concejales de su grupo por hablar. Después de que acabara bruscamente una sesión plenaria que iba camino de convertirse en una de las más largas de la historia municipal, el regidor, mediante una nota, lamentó "la salida de la oposición". Y se justificó: "Señalé que en un pleno que duraba ya ocho horas, cuando habla el alcalde no se reabre la polémica".

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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