La Comunidad endurece el control sobre las bombonas tras un accidente
La Comunidad de Madrid ha aprobado una orden en la que endurece los controles y amplía las normas de seguridad sobre las botellas de gases comprimidos, licuados y disueltos a presión (como las que se utilizan en los hospitales). La medida se ha adoptado cuatro meses después del accidente ocurrido en la clínica Rúber, en el que dos pacientes inhalaron en los quirófanos nitrógeno puro en lugar de oxígeno (uno estuvo en coma).
El accidente, ocurrido el pasado 12 de enero, se debió, según informó entonces la Ruber, a que una bombona de oxígeno estaba supuestamente cargada con nitrógeno. La compañía suministradora, Praxair, mantuvo que la botella salió bien identificada de la fábrica y que el accidente se debió a una manipulación por parte de alguien de la clínica. Un portavoz de Praxair explicó que las botellas tienen acoplamientos diferentes para evitar errores. En teoría, no hay posibilidad de confusión a menos que se manipule con herramientas, afirmó.
La Comunidad abrió una investigación, aunque todavía no se han hecho públicos los resultados. Únicamente, la Consejería de Sanidad apuntó a finales de enero la hipótesis de que la bombona causante del suceso, cargada con nitrógeno puro, tuviera en una de sus caras la marca de estar cargada con oxígeno, mientras que en la otra cara había una pegatina en la que se leía nitrógeno.
La nueva normativa establece que la pieza de conexión (racor) debe estar fijada de manera permanente a la válvula de salida (...), de forma que impida su sustitución por personal ajeno al envasador. Además, se mejora la identificación de los gases con etiquetas específicas.
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