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De Herzog al espectáculo televisivo

Finalmente, Francia se adelantó a todas las naciones que pugnaban por plantar su bandera en la cima de cualquiera de los ochomiles que demoraban vírgenes. El Annapurna sucumbió primero. El honor recayó en Maurice Herzog, más tarde premiado por su gesta con un nombramiento como alto comisario para la Juventud y Deportes en el gobierno de Charles De Gaulle. Sólo han pasado 49 años desde la efemérides, el 3 de junio de 1950; después, todos los ochomiles dejaron de resistirse para caer uno tras otro como piezas de un dominó. A mediados de abril Herzog (82 años) visitó invitado por el programa de TVE Al filo de lo imposible el campo base del Annapurna convencido de que se mantiene intacta la fascinación que estas elevaciones sugieren sobre los espíritus. Quizás su convencimiento sea el único nexo de unión actual con el pasado himalayístico. Y para rubricarlo, Oiarzabal se prestó a incluir en su apretado programa de actividades un detalle televisivo que le obliga a colocar en la cumbre un texto de Herzog redactado para la ocasión y que engancha con el final de su libro: "Con esta realización, una página se dobla... Una nueva vida empieza. Hay otros Annapurna en la vida de los hombres..." A Oiarzabal se le puede acumular el trabajo en la cima. Su compañero Juan Vallejo filmará su ascensión y su gesto de homenaje a Herzog. Pero junto a las efusiones del momento, a las imprescindibles fotografías de recuerdo, el alavés deberá encontrar un hueco para llamar por teléfono y conectar con el Telediario, a razón de 10.000 pesetas el minuto. A Herzog apenas le dio tiempo a constatar que sobrevivía.

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Oiarzabal, al final de la aventura
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