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Visado para "Bab el Web"

Juan Carlos Sanz

Cuando las masas de jóvenes que abarrotan los estadios argelinos quieren protestar contra una jugada o una decisión arbitral ya no parodian consignas islamistas para irritar, de paso, al palco de autoridades. Hace ya un tiempo que el grito de guerra de moda en las gradas es "¡Visa!, ¡visa!". Un rumor sordo, de ritmo creciente, corea la amenaza de largarse de un país que parece haber dado la espalda a tres cuartas partes de sus 30 millones de habitantes: los que aún no han cumplido 30 años.

El 80% de ellos está en paro. El fútbol es una de las pocas válvulas de escape que tolera la asfixiante caldera del régimen argelino. Otra es Bab el Web (la puerta de la red), según la expresión mitad árabe mitad inglesa que ha hecho fortuna en Argel por su proximidad fonética con uno de los barrios más populares de la capital: Bab el Ued (la puerta del río). Fugarse durante una hora por la telaraña de Internet cuesta 100 dinares (unas 250 pesetas) en el cibercafé Microcom, situado en una callejuela del centro de Argel.

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Argelia, ¿un túnel sin salida?

Tras más de un cuarto de hora de espera, la página de El País Digital comienza a aparecer en la pantalla. "Sólo tenemos un proxy [acceso a un servidor] con dos líneas", se excusa el propietario, quien achaca la lentitud de la navegación a la empresa estatal que monopoliza los servidores.

La analista informática Laila, de 28 años, y la pedagoga Fatiha, de 31, trabajan en el cibercafé; la primera, en vaqueros; la segunda, cubierta con el pañuelo islámico. "No", responden al unísono al ser preguntadas si votaron en las elecciones del pasado día 15.

"Abdelaziz Buteflika es un presidente virtual", acierta a explicar Laila mientras Fatiha celebra con risas el símil informático. Ambas aseguran que habrían elegido la papeleta de Ahmed Taleb Ibrahimi si el candidato en la sombra del FIS no se hubiera retirado la víspera de las elecciones junto con los otros cinco aspirantes de la oposición.

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"Tengo miedo de que la situación vuelva a empeorar", confiesa Laila, que vive en el suburbio de Bentalha, escenario en 1997 de una de las peores matanzas de civiles en los más de siete años de conflicto en Argelia.

Sobre la firma

Juan Carlos Sanz
Es el corresponsal para el Magreb. Antes lo fue en Jerusalén durante siete años y, previamente, ejerció como jefe de Internacional. En 20 años como enviado de EL PAÍS ha cubierto conflictos en los Balcanes, Irak y Turquía, entre otros destinos. Es licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza y máster en Periodismo por la Autónoma de Madrid.

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