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Venezuela vota hoy si quiere dar a Chávez los tres poderes del Estado

El referéndum abre camino a otra reforma de la Constitución, la número 26 desde 1811

Juan Jesús Aznárez

La prometida refundación de las instituciones de Venezuela sobre los escombros del sistema político en vigor durante los últimos cuatro decenios, periodo de hegemonía bipartidista, arranca hoy con un referéndum que abrirá el camino a una Asamblea Constituyente y a las trascendentales enmiendas a la Carta Magna ofrecidas por el exteniente coronel golpista Hugo Chávez durante la campaña que el pasado mes de diciembre le condujo a la presidencia del Gobierno.

Chávez, de 44 años, quien en 1992 promovió dos cuartelazos para acometer a la brava la incierta transformación nacional pretendida ahora en las urnas, intenta reformar, y dirigir, los poderes ejecutivo, legislativo y judicial para aplicar su programa contra la corrupción y la pobreza. El comandante de pacaraidistas que se sublevó contra el Gobierno de Carlos Andrés Pérez y ganó la jefatura del Estado porque prometió escabechar a los políticos de siempre, pregunta hoy a sus compatriotas si quieren una Asamblea Constituyente para cambiar radicalmente el Estado, previa disolución del actual Congreso, y si están de acuerdo con la elección de los diputados encargados de redactar el texto fundamental número 26 del país.

La primera Constitución data de 1811 y fue elaborada por el Congreso que declaró la independencia de Venezuela. En torno al 75,7% de los electores consultados por la encuestadora Mercanálisis se pronunció por el sí a las dos preguntas del referéndum de hoy, en tanto que el Consejo Nacional Electoral admitía que los últimos sondeos pronostican un triunfo chavista, ya que la intención de voto supera el 60%.

Consulta sin precedentes

"Llamo a todos a votar", animó el ministro de Relaciones Exteriores, José Rangel, abogado y periodista antes de ser reclutado por Chávez, triunfador de las presidenciales con el 56% de los votos. La consulta no encuentra precedentes: las últimas modificaciones constitucionales en América Latina querían fundamentalmente legalizar las aspiraciones reeleccionistas de Carlos Menem, en Argentina, y Alberto Fujimori, en Perú, y, de hecho, no llegaron mucho más allá. Las reformas de Chávez, a quien se atribuyen intenciones totalitarias, son de mayor calado y redactadas para aplicarse a machamartillo. En un movimiento previsible desde que se manifestara ungido por el mensaje del libertador Simón Bolívar, Chávez quiere repetir mandato para cumplir con el legado del prócer, y empujar su "revolución democrática". El referéndum llega precedido por un crispado choque entre el gobernante y las turbas del grupo que lo sustenta, el Polo Patriótico, por una parte, y el Congreso y la Corte Suprema, por otra. Tribunales y parlamentarios intentaron atemperar la voracidad de Chávez, que demandó una irrestricta Ley Habilitante para dictar en materia económica y social.

Venezuela padece un déficit fiscal de 9.000 millones de dólares (1,3 billones de pesetas) y una pobreza lacerante: el 80% de la población vive penosamente y culpa de su postración a los partidos. La oposición, mayoritaria en el hemiciclo pero acogotada en la calle, se opuso a los poderes exigidos por Chávez, pero este fin de semana cedió, y los aceptó en un 90%. El Ejecutivo podrá establecer nuevos impuestos sin consultar al Congreso, reducir el aparato del Estado y endeudar al país hasta 3.800 millones de dólares más (570.000 millones de pesetas). "Se han aprobado en Venezuela siete leyes habilitantes, pero ninguna tan amplia", declaró Henrique Capriles, opositor, presidente del Congreso.

Tumbar el sistema

El presidente, caudillo necesario para la población mendicante y la empobrecida clase media, peligroso demagogo o dictador en ciernes para el bando contrario, busca tumbar la Constitución de 1961, con la que los socialdemócratas de Acción Nacional y los democristianos de Copei instauraron el bipartidismo fenecido en las elecciones del pasado diciembre. Las maquinaciones de Chávez no son nuevas: capitaneó durante una década el clandestino Movimiento Bolivariano Revolucionario (MBR), aprendió de la revuelta civil de febrero de 1989, y en 1992 lideró dos golpes de Estado, uno desde la cárcel. La positiva acogida de la opinión pública a los cuartelazos evidenció la crisis social existente y el amplio espacio a merced del mesías. Chávez aprovechó el decaimiento nacional para encaramarse en el palacio de Miraflores. Queda por ver si, una vez expugnado éste, culmina en libertad y justicia los nobles propósitos proclamados en sus dos asonadas.

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