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CAOS EN EL TRÁFICO AÉREO.

El PSOE mejoró la capacidad de Barajas y aprobó el plan de ampliación

Vicente G. Olaya

El ministro de Fomento, Rafael Arias-Salgado, acusó el pasado 13 de julio en el Congreso de los Diputados a su antecesor en el cargo, el socialista José Borrell, de haber cometido un delito de "lesa patria" por no haber ampliado Barajas a tiempo. Arias-Salgado llegó a decir que el anterior Gobierno del PSOE le había dejado como herencia un "aeropuerto tercermundista". Según el ministro, el colapso aéreo se debe en gran medida a la improvisación de los anteriores Ejecutivos. Sin embargo, el máximo responsable de Fomento olvidó que el Gobierno socialista fue el que le despejó el camino para la ampliación definitiva del aeropuerto. Cuando Arias-Salgado llegó al despacho del ministerio, ya tenía aprobada la declaración de impacto ambiental de la ampliación de Barajas, el trámite más engorroso para una obra de este tipo; tenía construidos los nuevos aparcamientos y ampliada la torre de control.

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El proyecto de ampliación (cuatro pistas y una nueva terminal de pasajeros) fue aprobado en octubre de 1992 por el Consejo de Ministros que presidía Felipe González. En ese momento, sólo 16 millones de viajeros utilizaban las instalaciones de Barajas, pero la demanda aumentaba en un 8,8% cada año y amenazaba con colapsar el aeropuerto en muy poco tiempo. Barajas, que en aquel momento contaba con sólo dos pistas cruzadas (una para despegar y otra para aterrizar), permitía entonces 40 operaciones a la hora. Los aterrizajes y despegues tenían que espaciarse para que los aviones no coincidieran en la intersección de las dos lanzaderas. Los gestores del PSOE decidieron recortar la longitud de una de las pistas. El tiempo de cruce de las aeronaves se reducía y se podrían alcanzar los 50 movimientos. Barajas, con esta sencilla operación, alcanzó su máxima operatividad y aumentó su capacidad. Los retrasos eran excepcionales.

Más aparcamientos

En 1993, los socialistas inauguraron además una nueva plataforma para aeronaves y se triplicó la capacidad de estacionamiento con 5.700 plazas nuevas. Aquel año empezaron los trabajos para la declaración de impacto ambiental que permitiera iniciar las obras de la tercera pista. La entonces secretaria de Estado de Medio Ambiente, Cristina Narbona, se resistió a la ampliación por las molestias acústicas que ocasionaría en 164.000 vecinos de los alrededores. Tras la pugna entre Narbona y el director general de AENA Manuel Abejón, en abril de 1996 se firmó la declaración de impacto ambiental. El PP ganó las elecciones y Arias-Salgado se convirtió en ministro de Fomento. Sobre su mesa se encontró la obra de la tercera pista licitada. En noviembre de 1998 pudo inaugurarla.

Con el PP, Iberia perdió puntualidad. En 1995, con los socialistas en el mando aeroportuario, Iberia acumulaba retrasos en el 73% de sus vuelos; en 1997, con Arias-Salgado, rozaban el 90%.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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