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Cristina Almeida reivindica ante los universitarios la valía de la libertad de crítica y del compromiso político

"No vengo a venderos motos. Vengo a comprometerme con vosotros. Reivindico el ámbito de la política, que no es la mera gestión de los intereses partidarios, sino que consiste en dar respuesta a los problemas de nuestro tiempo, uno de los trabajos más nobles que existen". Con estas palabras, Cristina Almeida, de 54 años, candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid por el PSOE y Nueva Izquierda, comenzó ayer su conversación con los universitarios de la Facultad de Económicas de la Universidad Autónoma de Madrid, por invitación de la Asociación de Estudiantes de Económicas, AEE. Flanqueada por el decano del centro, Francisco Prieto; por el vicerrector de Investigación, Alfonso Ruiz Miguel, y por el estudiante de AEE Jorge Fabra, hijo de un compañero suyo, también dirigente estudiantil de los años sesenta, en los que ella cursó Derecho, Almeida explicó sus puntos de vista sobre la Universidad. "No es posible inaugurar, ni cortar una cinta o un lacito para decir: queda inaugurado el pensamiento libre", dijo Almeida. "En la Universidad, la libertad de crítica es lo sustancial para poder generalizar el conocimiento, y con él, cambiar las ideas, la vida y las cosas; pero eso no se inaugura, se practica", ironizó. A preguntas de los estudiantes, la candidata al Gobierno regional del PSOE-Nueva Izquierda vinculó la función de la Universidad con la empleabilidad, neologismo con el que se refirió a "la capacidad que la formación universitaria confiere a los estudiantes para acceder al empleo".

Ante otra cuestión planteada por un estudiante sobre las dificultades para tramitar la ampliación de estudios en cualquier país europeo, Almeida se pronunció a favor de la validez y la intercambiabilidad, a escala europea, de los títulos universitarios. Sin negar carta de naturaleza a las universidades privadas, resaltó la primacía de la docencia pública: "El Estado debe comprometerse con la enseñanza pública de calidad", dijo; preconizó un aumento anual de 5.000 millones de pesetas, hasta alcanzar los 25.000 millones, para la docencia universitaria; criticó el hecho de que, por la selectividad y las tasas, "muchos estudiantes se vean excluidos de los estudios que realmente quieren seguir", y subrayó la necesidad de una política de viviendas para universitarios, "que os permita plantearos vuestras vidas con independencia de los padres", subrayó.

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