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Chillida dialoga con las formas del Guggenheim El escultor presenta en Bilbao 300 obras realizadas en los 50 años de su trayectoria artística

Tras su paso por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, donde tuvo más de 300.000 visitantes, la exposición antológica del escultor Eduardo Chillida se abre hoy al público en el Museo Guggenheim Bilbao. La muestra Chillida: 1948-1998 ha sido ampliada con 10 esculturas de gran formato y más de un centenar de obras sobre papel. La exhibición de las cerca de 300 obras rompe con los recorridos ordenados cronológicamente para presentar las piezas en una relación entre ellas y la arquitectura que las cobija. El comisario de la exposición, Kosme de Barañano, aseguró que Chillida es, junto a Alberto Giacometti y Constantin Brancusi, "uno de los pilares de la escultura del siglo XX".

Sin levantar la voz, pausadamente, Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924) presentó ayer la exposición antológica de sus 50 años de creación artística en el Museo Guggenheim Bilbao como "el camino por el que he llegado hasta aquí". Chillida dijo que en esa larga trayectoria le ha movido, fundamentalmente, el deseo de "hacer lo que no se sabe hacer". Y el resultado ha sido el trabajo en esculturas de escalas muy diversas y materiales, que abarcan desde el acero y el alabastro a la tierra cocida o el papel, y los dibujos, que le han convertido en "uno los tres pilares de la escultura del siglo XX, junto a Brancusi y Giacometti", en palabras del comisario de la exposición, el catedrático Kosme de Barañano. El núcleo de la exposición es el mismo que la presentada en el Reina Sofía hasta hace un mes, enriquecido con diez esculturas de gran formato procedentes de la colección del artista, que por su peso (hasta 11 toneladas) no pudieron instalarse en el museo madrileño, y una colección de más de un centenar de dibujos. La gran diferencia entre ambas exposiciones radica en su presentación. Barañano decidió abandonar los criterios cronológicos empleados en el Reina Sofía para sustituirlos por un montaje adaptado a la especial configuración de las salas del Guggenheim. "Se establece una empatía entre obras que pueden tener 40 años de diferencia", explicó el comisario. "Se deja que dialoguen entre ellas, destacando los conceptos presentes en Chillida del vacío, la escala, lo monumental, las proporciones. Es una visión transversal". Con las salas diáfanas, carentes de los tabiques de separación convencionales, Barañano propone un diálogo de las creaciones de Chillida con la arquitectura de Frank O. Gehry. "La obra se relaciona con la estructura del museo", subrayó el responsable de la exposición. "Se trata de que hablen dos maestros de tú a tú". Coincidencia con Serra Chillida dialoga con la arquitectura del Guggenheim, pero no con la exposición del escultor estadounidense Richard Serra que se exhibe en la planta baja del museo, coincidencia que la dirección del Guggenheim presenta como "un homenaje a la escultura contemporánea". "Serra es un escultor condicionado por la forma, no me interesa su obra", dijo Chillida. "No voy a sacar ninguna consecuencia". Barañano invitó, en cambio, a comparar los dibujos de Chillida con los reunidos en la exposición de las colecciones Albertina y Guggenheim, que actualmente exhibe en el Guggenheim dibujos de los últimos 500 años. "[Chillida] podría estar ahí", señaló. "Es uno de los grandes maestros de la tradición europea".

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