El voto de castigo a los partidos tradicionales acerca a la extrema derecha turca al Gobierno
Los electores turcos han dado un claro voto de castigo a los grandes partidos tradicionales y al europeísmo al que sin éxito les han querido acercar. Cuando apenas faltaba un 16% de los votos por escrutar, se confirmaba la tendencia apuntada desde el principio del recuento: el liderazgo del Partido de la Izquierda Democrática (DSP), del primer ministro, Bülent Ecevit, y el ascenso vertiginoso de la extrema derecha del Partido de Acción Nacionalista (MHP), más conocido como de los Lobos Grises. Ambas formaciones, cuyo enfrentamiento estuvo en el origen del golpe de Estado de 1980, coinciden, sin embargo, en un cierto recelo hacia Occidente y tendrán que considerar ahora la posibilidad de formar coalición.
"Mantenemos la misma distancia hacia todos los partidos", declaró ayer Devlet Bahçeli, líder del MHP, en su primera comparecencia tras su éxito electoral. "Los resultados demuestran que es necesaria una coalición y estamos dispuestos a participar en la formación de un Gobierno fuerte que garantice la estabilidad ", añadió con gran dosis de prudencia, ya que en ese momento, a primera hora de la tarde, aún faltaban por escrutar un 16% de los votos, y aunque aparecían como segunda fuerza con un 18,31% (frente al 22,07% del DSP), su proyección estaba muy igualada. La misma prudencia manifestó Ecevit al acudir a presentar su dimisión al presidente Suleyman Demirel, tal como está obligado por ley. "Debemos esperar para ver la distribución final de escaños, porque un pequeño cambio puede determinar la coalición", dijo el primer ministro saliente y más probable nuevo jefe del Gobierno. En ese momento, la diferencia era apenas de un escaño entre su partido y el MHP. De confirmarse, como parece, la ventaja de la izquierda moderada del DSP, Ecevit tendrá que elegir entre aliarse con la extrema derecha o la no menos complicada alternativa de reunir al Partido de la Recta Vía (DYP) y al Partido de la Madre Patria (ANAP), que desde hace dos décadas se disputan el espacio del centro derecha y cuyos líderes, Tansu Çiller y Mesut Yilmaz, están enemistados.
Temor a los Lobos
La eventualidad de un Gobierno encabezado por los ultranacionalistas del MHP preocupa en medios políticos y periodísticos turcos. El pasado del MHP, cuyos Lobos Grises protagonizaron numerosos atentados en los setenta, le convierte en un socio potencialmente incómodo. Además, y pese a los esfuerzos por centrar el partido de Bahçeli, muchos temen que su línea dura ante el problema kurdo, que han prometido "eliminar de raíz", provoque una reacción. No hay que olvidar que desean la pena de muerte para el líder independentista Abdalá Ocalan. El salto del 8,1% obtenido en 1995 (lo que significó quedar fuera del Parlamento al no haber alcanzado el 10% requerido) al 18,31% indicaba que el voto oculto habría ido a parar al MHP y no a los islamistas, como la mayoría había temido durante la campaña, aunque el Partido de la Virtud (FP) sí logró las alcaldías de Estambul y Ankara. Aun reconociendo el desencanto y la frustración de los turcos con Europa -la cumbre de Luxemburgo no les ha augurado un pronto ingreso en la Unión-, fuentes diplomáticas de la UE se han apresurado a matizar que "sería exagerado pensar que el elemento nacionalista [que han puesto de relieve estas elecciones] vaya a traducirse en antieuropeísmo o involución".
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