Aguas turbulentas
Profesores y catedráticos de universidades de Aragón y Cataluña y expertos en disciplinas aplicadas a la hidrología reclamaron el pasado fin de semana en Tortosa un giro radical en la política de aguas que lleva a cabo el Gobierno central. Un cambio que pretenden ver reflejado en el Libro Blanco del Agua, el instrumento básico presentado por la Administración central donde se recogen los postulados que aplicar en la futura gestión de los recursos hidráulicos. Tal como se comprobó en el Congreso Ibérico sobre Planificación del Agua el pasado mes de septiembre, buena parte del mundo académico se muestra muy crítico con el documento gubernamental. La más reciente evidencia de esta oposición que economistas, hidrogeólogos, biólogos, ingenieros o sociólogos muestran sobre el Libro Blanco del Agua se comprobó el sábado en Tortosa, donde una decena de expertos argumentaron sus críticas en un debate organizado por la Coordinadora Antitrasvases y el Ayuntamiento de la ciudad. Dos entidades, por cierto, con ideas contrarias sobre política hidráulica, ya que mientras la coordinadora rechaza cualquier trasvase de agua del Ebro, el equipo de gobierno de la capital del Baix Ebre, encabezado por el convergente Marià Curto, se muestra dispuesto a negociar la llegada de las citadas aguas a la zona de Barcelona. "Faltan elementos democratizadores en la gestión del agua en nuestro país, que está al servicio de la gran banca y de las hidroeléctricas. El Libro Blanco no da alternativas y está repleto de ideas trasnochadas con las que se han vestido prejuicios a partir de concepciones desarrolladas anárquicamente y exentas de racionalidad", afirmó el ingeniero agrónomo Jorge Fernández, del Departamento de Agricultura de Aragón. Una posición basada en lo que definió como "la ceremonia de la confusión", que responde a una "falta de formación de los usuarios del agua, a un excesivo déficit financiero derivado de los costos de regadíos, una defensa de planes inconexos, parciales y ajenos a una perspectiva global". Se trata de crear confusión para lanzar propuestas que responden a intereses concretos, tesis que defendió también el catedrático en Hidrogeología de la Universidad de Zaragoza, Javier Martínez Gil: "Actualmente no hay un pensamiento gubernamental articulado sobre el agua. Se limitan a construir grandes presas afirmando que Dios se equivocó y que creó un país desequilibrado que ellos proponen equilibrar apelando a la solidaridad. Como ocurrió con los socialistas, no hay más discurso que el de las obras". Pedro Arrojo, profesor de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza, defiende el Libro Blanco en su planteamiento sobre los desequilibrios existentes, pero rechaza su diagnóstico y conclusiones. "Finalmente se limita a defender el gran trasvase del Ebro. Hace falta marcar una moratoria en las grandes obras para reflexionar sobre las demandas ambientales y también replantear profundamente el sistema de concesiones a partir de nuevas prioridades". Arrojo se mostró favorable a una reforma de la ley de Aguas que prevea la creación de bancos de agua, pero no desde el mercado libre, sino a partir de mercados intervenidos y en coyunturas como las épocas de sequía. Se mostró preocupado por la reforma que propone el Gobierno, por cuanto no recoge esa necesaria intervención y "dejará las concesiones en manos de las hidroeléctricas, un peligro latente, puesto que, sin ir más lejos, el propio secretario de Estado de Aguas, Benigno Blanco, es el jefe del gabinete jurídico de Hiberdrola. Es un zorro al cargo de un gallinero y eso suscita cierto temor".
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