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TRÁFICO

El incremento de multas no reduce las muertes en carretera

Tráfico confía en la misión "ejemplarizante" de las sanciones

Francisco Peregil

La mano dura no funciona en carretera. Al menos eso es lo que se deduce de las propias cifras de la Dirección General de Tráfico (DGT). En 1989 se formularon tres millones y medio de denuncias en carretera. Y murieron 6.084 personas. Nueve años después, en 1998, las multas se han reducido a 2.272.000. Y los muertos, a 4.289. Además, el número de coches en ese tiempo se ha incrementado desde 14 a 21 millones.

Los 141 muertos han hecho de esta Semana Santa la más trágica desde 1995. Tráfico esgrimió varias razones para explicar los siniestros y ninguna de ellas cuestionaba el estado de las carreteras. El director de la DGT, Carlos Muñoz-Repiso, achacó todo, en la conferencia de prensa ofrecida el domingo 4 de abril, último día de la Operación Retorno, al aumento del parque automovilístico, al buen tiempo y a las "negligencias de los conductores", sin olvidar la huelga de los pilotos. Para concretar su tesis, Muñoz-Repiso declaraba el pasado martes en La Vanguardia, a raíz del récord de muertes que se ha batido esta Semana Santa: "A más multas, menos muertos en carretera".

Sin embargo, tan sólo se cumple la tesis del director de Tráfico en los años 1993 y 1994, en que, efectivamente, hay más multas y menos víctimas mortales. Pero hay que tener en cuenta que fueron precisamente esos años los de mayor impacto de las campañas publicitarias. En 1994, los testimonios de los anuncios eran reales. El lema "Las imprudencias se pagan caras o carísimas" rebrota, cinco años después, en la memoria con más claridad que en el de la última campaña: "¡Vive!".

Fuentes de la DGT señalan que el repunte de muertes en las vacaciones de Semana Santa no es muy indicativo porque refleja un periodo muy corto. "Lo que ilustra más sobre la evolución del país son las cifras anuales", señala la misma fuente, "y ahí habría que aclarar algo muy importante: en 1990 entra en vigor la Ley de Seguridad Vial. A partir de ese momento las denuncias se notifican en el acto. Ya no vale eso de que un radar dispare cientos de fotografías a la hora y se remitan las multas a los tres meses. La denuncia ha de ser ejemplarizante. Y los efectos se han notado desde entonces. Porque hay casi 2.000 muertos menos".

Efectivamente, hay menos víctimas y el parque automovilístico no cesa de aumentar. Pero no existe un vínculo claro entre las multas y las muertes. Porque también hay menos sanciones.

"Lo que sí es verdad", reconocen fuentes de la DGT, "es que ahora el que la hace la paga. Es decir, que las multas de ahora suelen cobrarse. Antes se ponían más, pero no se cobraban tantas. Porque a principios de los noventa florecieron las empresas quitamultas y bombardeaban a la Administración con sus recursos. Pero ahora no sólo se tramitan las que se imponen en el año actual, sino gran parte de las atrasadas. Sólo se le da la razón a un 10% de los conductores que recurren".

"Además", continúa la citada fuente, "los guardias ponen ahora la cuantía en la multa, que suele ser de entre 18.000 y 25.000 pesetas. Y eso también desanima a la hora de cometer imprudencias. Por si fuera poco, antes la gente se negaba a recoger el boletín cuando el guardia le hacía entrega de él. O lo rompía en su propia cara. Eso ahora ya no plantea problemas porque el agente llama a su compañero, que firma como testigo. Y si después se niega a recogerlo en su domicilio, la sanción se publica en el BOE y al final se cobra. Siempre se cobra".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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