Schröder consigue el apoyo del Parlamento para continuar su esfuerzo por atraer a Rusia
El canciller alemán, el socialdemócrata Gerhard Schröder, y su ministro de Exteriores, el verde Joschka Fischer, obtuvieron ayer un amplio consenso en el Bundestag (Parlamento) para su política en Kosovo, que contempla los ataques aéreos de la OTAN y la búsqueda de soluciones diplomáticas, que engloben a Rusia y a la ONU. Ni Schröder ni Fischer abordaron en detalle el plan paz divulgado la víspera por el Ministerio de Exteriores. Fischer no había conseguido ayer el mínimo común denominador para una reunión inmediata de los ministros de Exteriores del G-8.
Desde Stuttgart, adonde se desplazó por la tarde, Fischer conversó durante media hora con su colega ruso, Ígor Ivanov, e invitó a éste y al nuevo responsable de Moscú para Kosovo, Víktor Chernomirdin, a acudir a Bonn lo más rápidamente posible. Medios diplomáticos habían señalando antes a EL PAÍS que Rusia puede enviar una nueva delegación mediadora a Belgrado con escala en Bonn esta misma semana. En Stuttgart, el portavoz del ministro de Exteriores, Martin Erdmann, desmintió que el plan de Fischer haya sido rechazado por la Administración norteamericana, pero otros medios diplomáticos señalan que Washington tiene aún reservas. En Bonn, algunos habían esperado que la cumbre del G-8 se hubiera celebrado el mismo miércoles, si la secretaria de Estado norteamericana, Madaleine Albright y el ministro de Exteriores ruso, Igor Ivanov, hubieran acercado más sus posturas el martes en Oslo. El plan de paz de Fischer era recibido con cierto escepticismo por un verde respetado, el diputado Helmut Lippelt, especialista en política exterior, según el cual, resultaba "insuficiente". "Dudo que dé resultado", dijo Lippelt, que es partidario de un cambio en la estrategia occidental en Yugoslavia para orientarse a más largo plazo y preparar una alternativa democrática para el país al margen del presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic.
El plan de paz alemán contempla una interrupción de los ataques de la OTAN durante 24 horas, mientras Serbia comienza su retirada de tropas. También prevé una administración internacional provisional con el respaldo militar de una fuerza de pacificación. EEUU centra sus objeciones en la estructura organizativa de la fuerza de pacificación, cuyo mando Washington quiere poner claramente en manos de la OTAN. Rusia, por su parte, no quiere participar en un proyecto que pueda legitimar los ataques de la aviación de la OTAN sobre Serbia con una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Por esta razón, antes de involucrarse, Moscú quiere estar segura de que Milosevic acepta el plan y lo cumple.
Cese de los bombardeos
Medios occidentales señalan que Moscú también podría participar en un plan, aunque Milosevic no lo aceptase, siempre y cuando no hubiera nuevos bombardeos de la OTAN. Como mínimo, señalan medios diplomáticos occidentales, Rusia debe poder vender a su opinión pública que su diplomacia ha conseguido parar los ataques de la OTAN, aunque Milosevic haya sido forzado a retirar sus tropas de Kosovo.
Los aliados occidentales quieren que las tropas que se desplieguen en Kosovo puedan actuar contra las autoridades locales durante la época de administración provisional que precedería a una solución más definitiva.
Schröder dijo ayer que estaba dispuesto a "reunirse muy pronto" con Víktor Chernomirdin. En Bonn no estaba claro ayer cómo el nuevo papel de Chernomirdin, de cuya eficacia mediadora algunos dudan, puede afectar al vínculo personal que se ha creado entre Fischer y su colega Ivanov, un canal en el que los representantes rusos se sienten más relajados que con los norteamericanos.
El debate en el Bundestag reveló ayer el agotamiento y desgaste de los argumentos sobre la guerra en Kosovo y algunos oradores, al margen de sus posiciones políticas, expresaron temores de fondo sobre el futuro. Schröder manifestó que, aunque a muchos les cueste reconocerlo, el papel de Alemania tras el fin de la Guerra Fria, ha cambiado y que éste país "no puede sustraerse a sus responsabilidades".
El jefe de la fracción democristiana y socialcristiana de la CDU-CSU, Wolfgang Schäuble, advirtió contra el reiterado uso de las analogías entre Milosevic y Hitler. La excepción a la armonía entre los partidos del Gobierno y la oposición democratacristiana y liberal la puso el PDS (el partido de los ex comunistas de la RDA) y su líder, Gregor Gysi, que la víspera se había entrevistado con Milosevic en Belgrado, y también un sector testimonial de los Verdes que expresó su oposición a los bombardeos de la OTAN y pidió su cese.
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