La recta final del Boulevard
San Sebastián tendrá a partir del 24 de abril un nuevo espacio para la vida ciudadana. Ese día se inaugurará oficialmente el emblemático Boulevard, cuya reurbanización se ha prolongado a lo largo de más de dos años. Los donostiarras han ganado espacio peatonal, zonas verdes y un parking subterráneo, en una zona que se encontraba muy deteriorada. El Boulevard de hace dos años en poco se parecía al que fue en su época testigo de excepción de todo tipo de acontecimientos sociales. Los nuevos tiempos trajeron un importante incremento de tráfico y la zona de estancia del Boulevard quedó como una isla en medio de la contaminación acústica y ambiental. Perdió protagonismo en la vida ciudadana y se convirtió en lugar de paso hacia la Parte Vieja. La gravilla se antojaba poco amable para los ciudadanos, que preferían el asfalto firme de la acera para caminar. No era funcional ni conservaba ya el encanto. Se hacía necesaria una remodelación que lideró el alcalde, Odón Elorza. El proyecto de reurbanización de la zona fue más lento de lo que en principio se preveía. Se necesitaron cuatro años de estudios arqueológicos para negociar los permisos correspondientes y comenzar las obras. Porque el nuevo Boulevard comprendía la construcción de un parking subterráneo con 514 plazas -inaugurado el 18 de diciembre- en una zona en la que las catas revelaron la existencia de una buena parte de las antiguas murallas intactas en el subsuelo arenoso. El proyecto, que costó 1.300 millones de pesetas, se resolvió preservándolas mediante la habilitación de galerías subterráneas de acceso público. La transformación radical que ha sufrido el Boulevard lo ha convertido en la antesala de la Parte Vieja, que se extiende hasta el muelle a través de la calle Igentea, ya peatonalizada. Y su inauguración traerá consigo la prolongación del espacio peatonal hasta el paseo Nuevo. Para preservar esta condición se instalarán pivotes hidráulicos que regularán el acceso de los vehículos a la Parte Vieja, según adelantó el concejal de Vías Públicas, Patxi Beloqui. El paisaje urbano de la Alameda cambia por completo. Deja de estar -lo hizo hace ya algún tiempo- encajonada entre dos calzadas; el tráfico sólo discurre por el margen contrario al de acceso a la Parte Vieja. Se recupera espacio para el peatón, que dispone de un paseo de 18 metros de anchura para caminar. Eso sí, para conseguirlo ha sido necesario eliminar los árboles que se alzaban en este espacio. En el centro se ha dispuesto una zona ajardinada diseñada en siete parterres, de forma poligonal, situados sobre los restos del lienzo de la antigua muralla. Durante estos días se ultima la plantación de nuevas especies de árboles que contribuirán a dar un sabor especial a este espacio verde de 1.300 metros cuadrados -300 más que con el diseño anterior-, dotado de pequeños caminos peatonales para facilitar la comunicación entre el Ensanche y la Parte Vieja. Las magnolias, la Camelia o el Carpinus entre otras especies, ofrecerán a este espacio "un carácter de pequeño jardín botánico", según Odón Elorza. El nuevo Boulevard mantiene su emblema: el quiosco que dará un toque romántico a una zona de estética moderna. Se preserva el viejo aspecto de esta estructura que ha sido rehabilitada. A primera vista, tan sólo sorprende su ubicación. El quiosco se ha desplazado unos metros con respecto a su situación original -hacia el Ayuntamiento- y el acceso a este espacio se ha modificado. Programa de música La nueva Alameda, cuyo proyecto obtuvo el visto bueno del 96 % de los donostiarras, se inaugurará los próximos días 24 y 25 con un programa musical en el que participarán entre otros la banda La donostiarra, el grupo de coros y danzas de Kresala y componentes de la Escuela de Música y Danza y del Conservatorio. Elorza prometió también algo de jazz y música ligera para completar un acto al que pretende distinguirse con el calor ciudadano. Mientras tanto, los operarios continúan dando los últimos retoques a los elementos de la urbanización. Estos días trabajaban en la instalación del mobiliario urbano, que cuenta con un nuevo reloj de estilo romántico. Se han instalado dos tipos diferentes de bancos y varias clases de farolas que han creado alguna que otra controversia. Las obras han resultado un verdadero engorro para los donostiarras durante todo este tiempo. A cambio, disponen ahora de un lugar para su esparcimiento, que ganará espacio tras la remodelación de la Brecha.
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