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GUERRA EN YUGOSLAVIA Crisis en la Federación

Ibrahim Rugova: "Milosevic está jugando al ratón y al gato conmigo"

Pilar Bonet

"Milosevic está jugando al gato y al ratón conmigo", exclamó con amargura el líder albanokosovar Ibrahim Rugova el 2 de abril, después de esperar en vano que el presidente de Yugoslavia le autorizara a trasladarse con su familia a Skopje. Así lo narra, Renate Flottau, corresponsal del semanario alemán Der Spiegel en Belgrado.En el número de esta esta semana, Flottau publica un valioso testimonio en forma de diario que abarca del 31 de marzo al 6 de abril e incluye su estancia en el domicilio familiar de Rugova en Pristina. Es el relato más directo sobre la situación en la que Rugova ha estado en las últimas semanas y sobre el trasfondo de su aparición televisiva, sonriente, en compañía del presidente Milosevic. Aquella aparición, el 1 de abril, fue un éxito propagandístico de Belgrado que desorientó a los correligionarios del líder albano y a los líderes de la OTAN.

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Flottau, que hace varias semanas publicó una entrevista a Rugova en la que éste era favorable a la intervención, cuenta que se encontraba en la casa de los Rugova el 31 de marzo cuando un comando de la policía especial serbia rompió la puerta de hierro, destruyó la cámara de vigilancia y tomó por asalto el edificio. La policía ocupó la planta baja y el segundo piso, mientras la familia de Rugova se concentraba en el primero. La periodista se quedó con ellos. Las fuerzas policiales, que habían ocupado todo el barrio donde reside el líder albanés, arrancaron el cable de televisión, la antena y la línea de teléfono.

La maquinaria de propaganda de Belgrado se puso en marcha, según Flottau, para hacer que Rugova declarara que estaba bien. Pero los encargados de la operación tenían miedo, tanto de un ataque de la OTAN, como de una posible acción para liberar al político por parte de los albaneses que aún quedaban en Pristina. En la noche del 31 de marzo, siendo consciente de que no tenía otra opción, Rugova consintió en ir a Belgrado al día siguiente, invitado por Milosevic para conversar.

Un coche oficial le recogió en Pristina por la mañana y le condujo a Belgrado. A su vuelta, por la noche, furioso y profundamente deprimido por el paisaje vacío que había atravesado, Rugova se mostró "alterado", porque sabía que Milosevic le había utilizado con fines propagandísticos.

El líder serbio se dedicó a murmurar como una fiera contra Clinton y contra los representantes norteamericanos, pero criticó sobre todo al canciller federal alemán, Gerhard Schröder, según cuenta la periodista. Milosevic incluso llegó a afirmar que con Helmut Kohl en el poder en Alemania, nadie se hubiera atrevido a bombardear Yugoslavia. Antes de enviarlo de vuelta a Pristina, Milosevic le dio a Rugova garantías de seguridad.

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Rugova firmó un comunicado previamente preparado en el que se declara a favor de una solución "con medios políticos". El líder albanés contó a Flottau que Milosevic quería presentarlo como "un traidor" ante su pueblo y "confundir" al mundo con los aparentes acuerdos entre ambos. El 3 de abril, Rugova se negó a volver a Belgrado para reunirse con el jefe de la delegación serbia de las negociaciones de Rambouillet, Ratko Markovic. Las garantías que le dio Milosevic le sirven de poco. El vicejefe del Gobierno de Yugoslavia, Nikola Sainovic, le dice que puede marcharse, pero le advierte que "en el camino" puede haber serbios furiosos que "escenifiquen cualquier incidente". Rugova entiende que se trata de una clara advertencia.

El 5 de de abril, el político recibió al embajador ruso en Belgrado, Yuri Kotov, y Flottau aprovechó para escapar confundida entre otros periodistas. A su vuelta al hotel, los servicios de seguridad serbios la sometieron a brutales interrogatorios y la registraron hasta que, advertida de que su vida corría peligro, escapó en un autobús a Belgrado.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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